viernes, 27 de junio de 2014

CUBA, LA LIBERACIÓN DE LAS FUERZAS PRODUCTIVAS




En el socialismo las fuerzas productivas son controladas por el estado quien debe en su reasignación de planificación tener previsto dónde va cada uno de los eslabones de este engranaje de la sociedad que son los trabajadores.
 En el caso de Cuba durante muchos años la subutilización de las fuerza productiva, la sujeción a  los diabólicos mecanismos burocráticos del estado y el partido comunista, se convirtieron en un freno para el desarrollo de la economía cubana, más allá de factores externos más que conocidos, como son el bloqueo económico a la isla, la persecución del gobierno de los Estados Unidos a cuantas posibilidades tenga la sociedad cubana para negociar con cualquier país capitalista del mundo y el oportunismo de los capitalistas de cualquier nación por el cobro de intereses leoninos por comerciar con la “isla hereje”.
 Los cambios  que se están produciendo en el país a partir del “nuevo modelo económico” implementados en  los “lineamientos económicos” del partido han conllevado a la liberación paulatina pero creciente de estas “fuerzas productivas”, en sectores muy dinámicos y que para el estado siempre han sido un gran dolor de cabeza: los servicios personales, la gastronomía, el comercio minorista, el trasporte público y las pequeñas producciones locales, artesanales, artísticas. Un poco más controlado pero igualmente creciente ha sido la producción agrícola, enormemente deficitaria por muchos años, estatalizada en más del 80 % hasta  hace menos de una década, pero que no satisfacía las necesidades de una población de apenas 11 millones de habitantes, teniendo que convertirnos en importadores netos de alimentos.
 La distribución de tierras estatales ociosas (miles de caballerías de tierras llenas de marabú en manos del estado) ha significado una nueva reforma agraria, contra un latifundio estatal ineficiente  y en banca rota. Es la principal reforma en el campo económico cubano, llamada a lograr la sustentabilidad económica del país, siempre y cuando las trabas burocráticas que aún la ralentizan sean eliminadas y dejen al productor con las manos libres para producir los alimentos que este  pueblo necesita.
 A mi modo de ver el problema fundamental que seguimos afrontando es la enorme carga que significa para el estado y el pueblo, el ejército de funcionarios que en todos los niveles se empeñas en “hacer cumplir” mecanismos obsoletos o se atrincheran detrás de cualquier resolución o ley anacrónica para frenar esta fuerza productiva que por necesaria y progresista terminará por imponerse y dejar las cosas en su lugar.
 Hacer efectivo el gobierno del pueblo, descentralizar la mayor cantidad posible de funciones, hacer posible que los municipios tengan iniciativas, se sustenten y que los “delegados del poder popular” verdaderamente sean los representantes del pueblo son asignaturas pendientes pero necesarias si queremos seguir adelante con un socialismo próspero y sustentable.

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