miércoles, 18 de junio de 2014

LOS CUBANOS


Todos somos hijos de la Patria.
Autor: Raúl Martínez



Los cubanos no somos solo folklor, como pueden dar los estereotipos de guía turística, es verdad que somos fiesteros, bromistas, amigos del baile, de la conversación en voz alta y gesticuladores al máximo, pero somos mucho más que eso.
 Los cubanos de hoy, los que hemos vivido los últimos sesenta años  desarrollamos una identidad con el proceso revolucionario que comenzó a gestarse en la década del 50 y que triunfó en 1959, vivan o no en Cuba, pero siempre pendiente de lo que ocurre en la tierra en la que nacimos.
 A este cubano que somos nos marcó un adjetivo de orgullo, “revolucionarios”, porque aunque no fuimos al Moncada, ni estuvimos en la Sierra Maestra, sí participamos en los días gloriosos de la década del 60  donde todo era nuevo y estaba al alcance de la mano, nos esperanzamos con un futuro mejor y mucho logramos de esa equidad que necesitamos; luego vino la década del 70, contradictoria y difícil, pero también de muchos logros, muchos de nosotros  formamos parte de esa mano solidaria que llegó a África, especialmente a Angola, como soldado o como profesional y como de un sueño nos despertó el Período Especial de la década de los 90s, tan duro como fructífero; hemos vivido los días largos e intensos del liderazgo político de Fidel y estamos marcados por esta historia colectiva de un pueblo.
 Somos un pueblo de unidad, que nace de la familia extendida que incluye amigos y vecinos que todos tenemos. Somos gente de trabajo, inteligentes, preparados, con una gran herencia cultural sobre nuestras cabezas y con defectos, más exacerbados en unos que en otros.
 El cubano de la Revolución creció  conociendo la educación gratuita y universal, como algo tan natural como respirar. Hemos crecido sanos, protegidos contra casi todas las enfermedades prevenibles, con un médico al alcance y una cultura sanitaria que a veces no va con las condiciones precarias en que vivimos, pero que nos hizo gente saludable.
 Hoy casi no mueren niños al nacer, ni las madres corren ese riesgo en el parto; si la naturaleza o el azar de la vida llevan a alguien a la discapacidad o la vulnerabilidad de una enfermedad, está  protegido y atendido por el estado revolucionario, ese al que no le sobra nada, pero siempre encuentra como socorrer al desvalido.
 Las perspectivas de vida en Cuba llega a los 78 años y el envejecimiento de la población cubana es un “problema grato” en la sociedad cubana, que debe aprender no solo a cuidar de sus ancianos, sino a aprovechar su potencial de experiencia y sabiduría.
 Los jóvenes como motor social, empujan fuerte quieren ser MAS parte de la sociedad inclusiva que se construye, son hipercríticos, quieren los logros ahora, quieren el mundo ahora, lo cuestionan todo y quieren ser parte decisora. Eso no es malo, eso es lo que nos ha pasado, porque si el paternalismo cría vagos, la exclusión crea “indiferentes” o “rebeldes”.
 De la mujer en estos sesenta años hay que hablar en mayúscula, es parte visible de la sociedad de estos tiempos, por ser el sector más dinámico en crecimiento profesional y político. Siendo el “Horcón de la familia”, muchas veces sola en familias disfuncionales o en familias normales en las que les toca “como cosas de mujer”, las tareas domésticas, cuidar de niños y ancianos, como una jornada laboral más que la agota y la estresa.
¿Hijos?, ya en Cuba se habla poco en plural de ellos, esta mujer que ganó espacio, convive con varias generaciones, tiene sus aspiraciones y responsabilidades, no le queda  tiempo para pensar  en tener más de un hijo, si acaso dos y a lo máximo tres. No es su culpa, es la dinámica creada por una Revolución ampliamente legislada en derechos, pero escasa en recursos para hacerlos plenos.
 Cuba y los cubanos somos muchas aristas, todas pulsando por salir a flote y mostrase, somos otro país, que tiene muy claro lo que significa la independencia, la igualdad en todos los planos y la responsabilidad de construir una utopía social en medio de un mundo de “sálvese el que pueda” del capitalismo salvaje.
 Algunos amigos me escriben que no es delito ser rico, pero si es bochornoso vivir en un mundo polarizado, con los porcientos desbalanceado: muy pocos derrochando los recursos del planeta y el 99 % ahogado en su precariedad, su miseria, sin derecho a la vida digna y soñando saltar al otro platillo de la balanza donde está el 1 %.
 Yo me quedo con nuestra “herejía”, perfectible, humana y en lucha constante porque sea mejor.

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