lunes, 23 de junio de 2014

RESOLVER UN PROBLEMA, ES TENER OTRO




La anunciación.
Autora: Antonia Eiriz
 Esa es una realidad dialéctica, en cuanto tenemos un problema resuelto, surge un nuevo reto para seguir adelante y avanzar en esta espiral infinita que es  la vida.
 Desde la altura de mis años puedo hacer un recuento, que ojalá puedan leer mis compatriotas, tan ocupados hoy en hacerse oír que casi no escuchan a otros.
 Cuando yo nací me toco venir en una familia pobre, de poco o ningún recurso, aparte del duro trabajo de mi padre; mis hermanos mayores, apenas adolescente ya habían dejado la escuela, porque había que ayudar a la economía familiar y se ocupaban de hacer pequeños trabajos eventuales y precarios. Alfredo y Rogelio, eran inteligentes, muchachos despiertos que sabían leer y escribir, no mucho más, pero tenían el ángel de la curiosidad, leían y mantenían un nivel de información que hicieron presente los libros en mi hogar, cuando aún yo iba a la escuelita de barrio.
 “En eso llegó Fidel”, como decimos los cubanos, parafraseando a Carlos Puebla[1], justo yo con nueve años como para crecer en medio de aquella vorágine de acontecimiento, de las que no solo leí sino que viví.
 Desde un principio la divisa de dar educación a la gente, de que todos pudieran tener estudios, fue la máxima sobre la que se hizo la “Campaña de Educación” (1961): “Cultos sí analfabetos no”, “Si sabes enseña, si no sabes aprende” y de Martí aquello de, “Ser culto es el único modo de ser libre”, sirvieron de acicate a mis contemporáneos.
 Crecimos como país en los setenta, esos años cuestionados y de ortodoxia, fueron para mi años de adolescencia, “La zafra de los Diez Millones”, de escuchar a los Beatles  a escondidas, porque eran parte del “diversionismo ideológico”, de no poder llevar melena, ni cerquillo, porque eran rezagos de la sociedad burguesa; del ateísmo a pulso, tanto como el “machismo” que podían llevar a  los muy igualitarios jóvenes cubanos al ostracismo grupal y a convertirte en un “paria” por ser distinto.
 Eso era la verdad, luego me fui enterando de los días difíciles que pasaron los intelectuales, los religiosos y los homosexuales, en todas partes de Cuba, de eso no se hablaba y aunque no se fusiló a nadie por eso, muchos vieron truncados sus sueños y cargaron con sus “culpas” en el país que construía la mejor sociedad posible.
 Todo esto es producto de la mente humana, en la búsqueda del bien el cristianismo llenó de hogueras a Europa, se hicieron las horribles cruzadas, pero también los horrores vinieron de otras ideologías de derechas e izquierdas.
 Es bueno tener garantizado lo mínimo que como seres humanos necesitamos para ser además de seres vivos, seres cultos, participantes y actuantes, sin que por eso nadie nos pase la cuenta, de compromisos absurdos y extemporáneos.
 Nuestros problemas hoy son otros, aprender a crecer no solo con lo que nos dan, sino con lo que ganamos, con lo que aprendemos en esta interacción constante que es la sociedad y tener la oportunidad de hacer realidad nuestros sueños.
 La Revolución hoy  sigue siendo el cambio, el cambio constante y lógico para alcanzar premisas humanas cada vez más elevadas como grupo y como seres individuales, únicos e irrepetibles,



[1] Canto popular de la Revolución que en los años 60s fue una especie de Homero criollo que admiramos mucho.

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