El triunfo de la rumba. Eduardo Abela
El baile no puede faltarle al cubano, esté donde
esté
La
idea de las vacaciones en Cuba están asociadas principalmente con el verano
(julio y agosto), momento en que todos los estudiantes están de receso y la
actividad parece poca por el ajetreo de los jóvenes y niños y las miles de
peripecias que deben hacer sus padres para complacerles y hacer que estos días
sean días inolvidables.
Pero las vacaciones son un derecho del
trabajador y luego de seis meses tenemos
derecho de descansar una quincena, casi todo el mundo se acoge a esta variante
y no la deja para el verano, donde es más difícil acceder a las ofertas que
puedan aparecer para pasar bien unos días de asueto.
Viajar en Cuba es difícil, incluso si se trata
dentro del país, los hoteles en los lugares de interés turísticos son en pesos
convertibles y nosotros ganamos en pesos normales que se cambian 25 x 1, por lo
que esa opción es para los que tengan grandes entradas o un familiar que le
mande remesas. Aunque el turismo nacional va ganado espacio por las mejorías de
ingresos de muchos que trabajan “por cuenta propia”, casi medio millón de
cubanos se acogen a esta forma de trabajo.
El Campismo es una variante popular y a precio
módico para acercarse a la naturaleza y si pretendes ir a lugares patrimoniales
como Trinidad u otra ciudades del
interior, más vale que tengas familia allí para que todo te salga más barato,
porque el alojamiento es una asignatura pendiente en el turismo nacional, que
existe pero no es la opción para las masas trabajadoras.
Aquí muchos sueñan con viajar al extranjero y casi no conocemos
Cuba, Cayo Largo y Varadero son dos paraísos para turistas y el desandar por La
Habana Vieja, fuera de lo cotidiano, le
dice poco al citadino, cuando todo está preparado para el forastero que paga.
Justo en verano la Oficina del Historiador organiza por décima vez el programa
de “Rutas y Andares” una opción para pasarla en familia, conociendo museos, participando en conciertos, talleres
y en muchas otras ofertas que tienen una alta demanda.
Yo me acojo a la variante sencilla que volver
a mis orígenes, voy a Guantánamo, mi
ciudad natal, allá al oriente donde las cosas cambian para bien como en casi
todas las poblaciones del interior, al ritmo de la vida de la gente y el tiempo
parece más lento a pesar de lo abrazador del sol.
“Conozca
Cuba primero y el extranjero después” es un viejo eslogan del desaparecido INIT
(Instituto Nacional de Industrias Turísticas) que allá por los años sesenta,
pretendió enseñarle Cuba a los cubanos,
al final terminamos moviéndonos en masa para La Habana, en busca de mejores
horizontes o saliendo de Cuba tras las facilidades que la Ley de Ajuste Cubano
le dio al cubano que llegó ilegal a los Estados Unidos, con un estatus de
“refugiado político” que en la mayoría de los casos no era cierta, eran las
dificultades económicas y el cierre ortodoxo al mundo lo que hizo salir a miles
de cubanos, emigrar y reinventarse a Cuba en otra parte, principalmente en los
Estados Unidos.
Hoy nos han devuelto el derecho de viajar a
donde nos dé la gana, claro si tiene dinero, como ocurre en todas partes de
este mundo desigual, donde lo único democratizado en la pobreza, los sueños y
las herejías, de cualquier tipo, que todas valen
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