José Martí, Autor Jorge Arche
En los
duros días de 1889 en que prácticamente solo José Martí enfrenta el “convite”
de los Estados Unidos de América a las naciones
hispanoamericana, para unirse en una “unión monetaria” (algo así como los Tratados de Libre Comercio actuales), incansablemente escribe y
argumenta tratando de que los países de América Latina vieran la desventaja de
la unión.
Este es un fragmento de carta escrita a
Gonzalo de Quesada, quien como él tiene una participación en la Conferencia
Monetaria de Washington y en el que deja bien
claro su opinión acerca de los cabildeos de otro cubano, José Ignacio
Rodríguez, convencido anexionista y al que Martí no deja de admirar por su
inteligencia y refutar por sus intenciones:
“En
esto me llega su carta de V. de los móviles de José Ignacio Rodríguez no hay
que hablar. Ama a su patria con tanto fervor como el que más, y la sirve según
su entender, que en todo es singularmente claro, pero en estas cosas de Cuba y
el Norte va guiado de la fe, para mi imposible, en que la nación que por
geografía, estrategia, hacienda y política necesita de nosotros, nos saque con
sus manos de las del gobierno español, y luego nos dé, para conservarla, una
libertad que no supimos adquirir, y que podemos usar en daño de quien nos la ha
dado. Esta fe es generosa; pero como racional, no la puedo compartir.
“…Base más segura quiero para mi pueblo. Ese plan,
en sus resultados, sería un modo directo de anexión. Y su simple presentación
lo es. Lo anima en Rodríguez, el deseo puro de obtener la libertad de su tierra
por la paz. Pero no se obtendrá; o se obtendrá, para beneficio ajeno. El
sacrificio oportuno es preferible a la aniquilación definitiva. Es posible la
paz de Cuba independiente con los Estados Unidos, y la existencia de Cuba
independiente, sin la pérdida, o una transformación que es como la pérdida, de
nuestra nacionalidad. Sírvanos el Congreso, en lo poco que puede, pero sea para
el bien de Cuba, y para poner en claro su problema, no para perturbarla, por lo
pronto, con esperanzas que han de salir una vez más fallidas, o si no salen, no
han de ser para su beneficio.
“Dos cosas pueden ser, y sólo la parte de Rodríguez
me impide creer que sea una de ellas. 0 los capitalistas y políticos de la
costa, con ayuda y simpatía de quienes siempre ayudan estas cosas en Washington,
han ido penetrando sutilmente hasta hallar en Rodríguez un auxiliar
desinteresado y valioso, este plan viene
a ser la aparición de un propósito fijo de hombres del Norte, que es lo que me
inclino a creer; o por comunidad de esas ideas limpias de Rodríguez, la pasión
constante del revolucionario González[1]:
y el interés confeso y probado de Moreno, se han venido a producir un modo de
pensar, que como todo lo que lleva esperanza a los infelices, y libertad cómoda
a los débiles, tendrá muchos adeptos, aquí y en Cuba, pero en el que no
quisiera yo ver persona como Rodríguez[2]
junto a un hombre del descrédito de Moreno, y de la poca autoridad de Luna[3].”
Carta de
José Martí a Gonzalo de Quesada. 29/10/1889
[1] Ambrosio José González
cubano empleado en la Conferencia Monetaria
de Washington
[2] José Ignacio Rodríguez. quien actuó en la Conferencia en calidad
de Secretario de la Comisión
de Derecho Internacional, y de la de Extradición, fungiendo también como intérprete.
[3] Juan Bellido de Luna,
autor del folleto “La anexión de Cuba a los Estados Unidos”. N.Y. 1888
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