viernes, 24 de febrero de 2017

24 DE FEBRERO: ¡VIVA CUBA LIBRE!

 Juan Gualberto Gómez, organizador del alzamiento del 24 de febrero como delegado en Cuba del tarido revolucionario Cubano



Hace 122 años (1895), era domingo de carnaval en Cuba, según las tradiciones coloniales de la época, ese día cientos de cubanos, fundamentalmente de la región oriental de Cuba, salieron de los poblados y los campos dispuestos a cumplir su compromiso histórico de reiniciar la guerra por la independencia, que las debilidades políticas, el regionalismo marcado de muchos y los intereses económicos de otros, habían hecho terminar en 1878 en un pacto bochornoso con los opresores, donde  solo se consiguieron promesas y no los objetivos básicos de aquella Revolución, iniciada por Carlos Manuel de Céspedes en 1868.
 Fue el Mayor General Antonio Maceo, negro libre y digno, quien alzó su voz para denunciar el ominoso pacto y aunque no pudo en aquellos momentos continuar la lucha por la libertad de Cuba, dejó bien en claro que él no se sentía comprometido con aquel pacto y que volvería a la lucha en cuanto las condiciones estuvieran creadas para ello.
 En ese entre guerra (1878-1895), creció el liderazgo de José Martí, preclaro hijo de Cuba que perfeccionó la estrategia para  reiniciar la guerra por la independencia de Cuba, a sabiendas que era el único camino para la libertad. Para ello movilizó a todos los que luchaban por la misma idea, unificó a los viejos jefes mambises y la nueva generación de cubanos, con el fin ya no solo de ser nación independiente sino lograr una República “Con todos y para el bien de todos”, principio en el que basó la formación del Partido Revolucionario Cubano y la organización de una guerra “justa y necesaria”, no contra el español como pueblo sino contra la opresión de cuatro siglos que hacían a Cuba y Puerto Rico el remanente colonial en América a fines del siglo XIX.
 A su convocatoria respondió una vanguardia aguerrida, gente de pueblo anhelante de libertad y ese 24 de febrero de 1895 se levantaron partidas revolucionarias en Baire (Santiago de Cuba), La Confianza (Guantánamo), Bayate (Granma), así como grupos menores en Ibarra, Matanzas y Aguada de Pasajero, liderados por Juan Gualberto Gómez, el revolucionario irreductible que pocos días después fue detenido y deportado a Ceuta.
 Los orientales consolidaron su movimiento y mantuvieron en jaque a las fuerzas españolas hasta la llegada en abril de 1895 de los grandes jefes de la Revolución, Antonio Maceo, Máximo Gómez y José Martí, junto con otros avezados oficiales  veteranos de la Guerra anterior. Fue la clarinada de la Revolución de Martí la que estaba destinada no solo a lograr la separación de España, sino impedir la  anexión de Cuba a los Estados Unidos y el logro de una sociedad justa y equitativa.

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