lunes, 13 de febrero de 2017

LEER EN CUBA



La fortaleza de San Carlos de la Cabaña, sede permanente de la Feria Internacional del Libro
«Nuestro vino, de plátano y si sale amargo, es nuestro vino»
José Martí

 Una de las primeras medidas tomadas por el Gobierno Revolucionario fue la creación de la Imprenta Nacional de Cuba, el 31 de marzo de 1959, dirigida por ese orgullo de Cuba que es el escrito Alejo Carpentier, su primera acción fue publicar, en edición popular, en cuatro pequeños tomos, con papel periódico esa obra universal que es “El Quijote”, vendido el conjunto al precio de un peso, fueron cien mil ejemplares, tirada extraordinaria para la época que decía a las claras cuáles eran las intenciones de aquellos jóvenes “iconoclastas” dispuestos a cambiar lo que debía ser cambiado para que los cubanos, la MAYORÍA, tuvieran acceso a todo lo que se le había negado por pobres.

 El año 1961 fue el año de la educación en Cuba, más del 30 % de la población era analfabeta, la mayoría campesinos y la Revolución organizó un programa amplio, apoyada por los jóvenes que bajo la consigna de, “si sabes enseña, sino sabes aprende”, fuimos a vivir con los campesinos, enseñarle las primeras letras y el significado de aquella frase martiana de: “SER CULTO ES EL ÚNICO MODO DE SER LIBRE”  y a fin de año éramos “¡Territorio Libre de Analfabetismo!”, eso creó las bases para convertirnos en un pueblo de lectores y de estudiantes.

 Millones de libro de todas las materias se han producidos en el sistema editorial cubano, muchos libros de ciencias sociales, de política, pero también lo mejor de la literatura universal, es una tradición basada en el libro barato, con precios casi simbólico durante más de cuatro década y cuando los problemas económicos de los 90, contrajo la producción de libros, miles de esos libros salieron de las libreros de la gente y las instituciones para venderse o intercambiarse entre los lectores y los libreros, ¡porque la tradición de lectura estaba fomentada!

 Pero se recuperó el libro y el país, un poco más caro, buscando a un lector que lo utiliza e intercambia, aún en tiempo de Internet, cuando el libro vive su crisis existencial en el mundo.

 Para el lector acostumbrado al libro a precio de costo, el libro cubano de hoy es caro, pero se sigue produciendo y cuando es de interés “vuela” en las librerías.

 …¿Y qué decir de nuestra Feria del Libro, masiva, popular, fiesta de la cultura, que nadie me cuenta, sino que la vivo año tras año?

 Hemos construido una obra, más grande que nosotros mismo, que estamos en el deber de enseñar y aprender a defender, porque con la autocomplacencia la perdemos y aunque son reales y  grandes los problemas que hoy tenemos en Cuba, nunca serán  tan grandes como perder el derecho de ser dueños de nuestro futuro.

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