José Martí en su visita a los tabaqueros cubanos de Tampa en 1891
Dentro de pocos días celebraremos en Cuba
el aniversario 122 del reinicio de la guerra por la independencia de Cuba, fue
el 24 de febrero de 1895 cuando en la
isla se levantaron un numeroso grupo de
combatientes bajo la consigna de, “independencia
o muerte” y “Viva Cuba Libre”, ambas, expresión de la voluntad mayoritaria de
los cubanos de alcanzar la independencia, tantos años pospuesta y tantas veces
frustrada, no solo por la metrópoli española, sino por la poderosa oligarquía de
la isla, temerosa de perder sus privilegios y ver menguadas sus riquezas por el
empuje de las mayorías.
Esta
es la insurrección organizada por José Martí y los más radicales separatistas
de la isla, preparada con celo y maestría por el hombre que preveía el peligro
de anexión que se cernía sobre la rica colonia de España.
Para
organizar este movimiento revolucionario creó Martí el Partido Revolucionario
Cubano, organización política que aglutinaba a todos los que quisieran la
independencia y los cambios necesarios en Cuba para poder fundar una república
en la que fuera realidad aquella frase suya que resume su radicalidad y
compromiso social: “Con todos y para el bien de todos”.
En
la organización de este movimiento revolucionario e independentista, José Martí contó con el
apoyo incondicional de la emigración cubana en los Estados Unidos y
principalmente con los tabaqueros cubanos del sur de La Florida, sector que le
brindó todo su apoyo y lo hizo su líder en este afán de organizar la “Guerra
Necesaria”.
En
los tabaqueros apoya Martí, a ellos acudió en los momentos de organizar la
independencia de la patria:
“¡De los tabaqueros suelen hablar con
desdén los que no tienen el valor del trabajo, ni el de ganar con sus manos,
sea cual quiera labor, una vida libre y honrada![1]
...Y si algún bribón le dice que por ser
pobre, ha dejado de amar la libertad, que por perder el asiento en la
tabaquería ha perdido su amor de hermano al hombre, y el deseo de buscarle en
tierra propia una casa feliz y el dolor de la venganza de sus compatriotas
oprimidos, y todo lo que hace la limpieza y la dignidad del ser humano, el
tabaquero sin asiento clavará de un revés contra la pared a quien crea que por
perdido su jornal ha perdido la honra.”[2]
Para
ayudar la noble causa de Cuba los tabaqueros de la emigración llegaron a
establecer el Día de la Patria para contribuir
con un día de jornal a engrosar los fondos de la revolución independentista,
con admiración Martí se refirió a ellos como los hombres que después de
trabajar para el sustento de su familia trabajaban su día de descanso para
engrosar el tesoro con que se ha de “conseguir
su honra de hombres y de ser
humanos”.
El
primer contacto de José Martí con la combativa emigración del sur de La Florida se produjo en
noviembre de 1891 al aceptar la invitación
que le extendió Néstor L. Carbonell, presidente del Club Agramonte, para
que hablara en el Liceo Cubano de Tampa. En la medianoche del día 25 de
noviembre de 1891, llegó por primera vez José Martí a Tampa, acuden a recibirlo
los emigrados revolucionarios cubanos, muchos de ellos tabaqueros.
Al
día siguiente recorre los talleres y
fábricas de tabacos, el recibimiento de los trabajadores fue extraordinario. El
día termina con un acto en el Liceo Cubano de Tampa donde Ramón Rivera presenta
al Apóstol, que pronuncia un discurso conocido con el título de “Con todos y
para el bien de todos”
Al día siguiente, 27 de noviembre, en otra
velada de la Convención Cubana
en conmemoración del XX Aniversario del fusilamiento de los estudiantes de
medicina, pronuncia su segundo discurso denominado, “Los pinos nuevos”, en el
que expone el programa necesario para alcanzar la independencia partiendo de la
unidad de todos los que quieren la independencia de Cuba.
La
repercusión de la visita de Martí a Tampa llega a Cayo Hueso, donde por
iniciativa de un grupo de obreros tabaqueros se forma un Comité para preparar
la visita de Martí.
El
25 de diciembre de 1891 llega José Martí a Cayo Hueso por primera vez, el
recibimiento es caluroso y multitudinario, pronuncia un discurso y enferma de
bronco laringitis, al punto que el médico le ordena reposo y no recibir
visitas.
La
noche del 3 de enero de 1892 visita el Club San Carlos y pronuncia un discurso
que enaltece a los combativos emigrados cubanos del Cayo. La culminación de
esta fructífera jornada fue la reunión y el trabajo conjunto con los
presidentes de las organizaciones revolucionarias para unificar criterios para
la lucha.
Estos momentos marcan la consolidación de
Martí como líder de la revolución independentista que se prepara y el inicio de
una gestión unitaria para conseguir
unificar a los veteranos de la Guerra Grande
(1868-1878) y a los que como él no habían participado en aquella contienda,
pero no era solo una cuestión generacional lo que se discutía, sino la creación
de un órgano político que no solo guiara la guerra sino que sentara las bases
de la futura república, ese rol lo jugó el Partido Revolucionario Cubano, bajo
cuyos estatus se organizó la insurrección en Cuba, la misma que se inició el domingo
24 de febrero de 1895.
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