jueves, 23 de febrero de 2017

JOSÉ MARTÍ, LA IDEA DEL BIEN



 José Martí. Autor, Roberto Fabelo

Hace 125 años, un hombre muy ocupado en cosas de adulto, quiso regalarles a los niños una revista en la que quedaran plasmadas las ideas que sobre ellos él tenía. Ese hombre fue José Martí, exiliado en Nueva York, con la tarea de emancipar un pueblo y levantarlo sobre simientes nuevas, pensó que nada de esto podía hacerse sin la educación como herramienta principal de la cultura y por eso comenzó por la raíz dedicándole a los niños de América Latina y del mundo una revista distinta en la que aprendieran valores en los cuentos y relatos que escogió para su revista, amena y bella.
 La novedad estaba en enseñarle aquellas cosas que marcaban a la sociedad de su tiempo, la Revolución Industrial, el desarrollo de las ciencias y el conocimiento del planeta donde vivían.
 Puso mucho énfasis en la Historia de América, las guerras por lograr la independencia de España y el orgullo que debían sentir por aquellos que lo sacrificaron todos por ese motivo.
 Solo salieron cuatro números de aquella revista excepcional que circuló  por algunos países de nuestras tierras, dejando la simiente del buen hacer para los niños, los ciudadanos del futuro.
 El primero de los cuatro ejemplares de la revista “La Edad de Oro”, salió en julio de 1889 precedido de un prólogo que deja  claras las intenciones de su redactor:
“Para los niños es este periódico, y para las niñas, por supuesto. Sin las niñas no se puede vivir, como no puede vivir la tierra sin luz. El niño ha de trabajar, de andar, de estudiar, de ser fuerte, de ser hermoso: el niño puede hacerse hermoso aunque sea feo; un niño bueno, inteligente y aseado es siempre hermoso. Pero nunca es un niño más bello que cuando trae en sus manecitas de hombre fuerte una flor para su amiga, o cuando lleva del brazo a su hermana, para que nadie se la ofenda: el niño crece entonces, y parece un gigante: el niño nace para caballero, y la niña nace para madre.”
 Son las esencias de la formación  del ciudadano, crecido como “BUENO” por sus virtudes y valores humanos.
“Este periódico se publica para conversar una vez al mes, como buenos amigos, con los caballeros de mañana, y con las madres de mañana; para contarles a las niñas cuentos lindos con que entretener a sus visitas y jugar con sus muñecas; y para decirles a los niños lo que deben saber para ser de veras hombres. Todo lo que quieran saber les vamos a decir, y de modo que lo entiendan bien, con palabras claras y con láminas finas. Lea vamos a decir cómo está hecho el mundo: les vamos a contar todo lo que han hecho los hombres hasta ahora Para eso se publica LA EDAD DE ORO: para que los niños americanos sepan cómo se vivía antes, y se vive hoy, en América, y en las demás tierras: y cómo se hacen tantas cosas de cristal y de hierro, y las máquinas de vapor, y los puentes colgantes, y la luz eléctrica; para que cuando el niño vea una piedra de color sepa por qué tiene colores la piedra.”
 Todas las publicaciones para niños y adultos deberían poner en su prólogo estas intenciones hermosas de formar al hombre y la mujer de mañana, ese modo de crecer con su historia y su herencia cultural para ser digno de su familia, de sus país y de su tiempo.
“Para los niños trabajamos, porque los niños son los que saben querer, porque los niños son la esperanza del mundo. Y queremos que nos quieran, y nos vean como cosa de su corazón.”
 Estas palabras tan repetidas, por educadores  y políticos, debiera ser el evangelio de los que forman al que deberá continuar la obra que hoy llevabas adelante, por ellos recordamos al “hombre de “La Edad de Oro”, ahora que hablamos y nos enfrascamos en formar a las nuevas generaciones para ser personas de bien, llenos de espiritualidad y cargados del altruismo de los sueños.

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