Hace 93 años, se fundó aquí en La Habana el
primer Partido Comunista de Cuba, con un pequeño grupo de cubanos y otros
tantos emigrados extranjeros que trabajaba en Cuba y que dadas las
circunstancias políticas del momento decidieron fundar una organización para
enrumbar el camino de la posible revolución proletaria en Cuba y los cambios
necesarios que necesitaba la clase trabajadora y los humildes de todos los
estratos sociales.
Era el 16 de agosto de 1925, en aquella
reunión clandestina y poco numerosa sobresalían dos cubanos dispares: Carlos Baliño
y Julio Antonio Mella.
Baliño era un veterano luchador de izquierda,
forjado en la emigración tabaquera de Tampa y Cayo Hueso, anarquista de base
que respondió, como tantos otros, al llamado que José Martí les hiciera para
luchar por una República “Con todos y para el bien de todos”, donde la patria “fuera
ara y no pedestal” y donde fuera posible cambiar las condiciones de vasallaje
en que vivía la clase trabajadora y los humildes en general. De esa fuente se
nutrió Baliño junto con la propaganda anarquista y de izquierda de todo tipo
que circulaba en la época.
Julio Antonio Mella, era la continuidad, el ímpetu
de una generación que no vivió con la “frustración” de una República a medias y
una Enmienda Platt vergonzante, era el dirigente de una juventud estudiantil
que quería cambios y luchaba por ellos, primero queriendo reformar la
universidad anacrónica y burguesa, luego buscando la alianza con otras fuerzas
sociales para cambiar el país de raíz.
Era un veinteañero con carisma de líder y
claridad de mente, por eso también indagó en la prédica social de Martí y se
adentra en la ideología comunista que ya era poder en Rusia y organización en
la Internacional Comunista, donde no sería un miembro a ultranza sino crítico y
analista en cuanto a los métodos de estos para imponer la Revolución Mundial,
con la fórmula triunfante con los bolchevique pero que no tenía en cuenta las
peculiaridades de cada país, de cada sociedad.
El solo hecho de crear un partido comunista en
la Cuba de los años veinte era un reto, la persecución no se hizo esperar, los
extranjeros fueron detenidos y deportados, Mella radical y valiente enfrentado
a Machado hasta su muerte en México en un demostrado asesinato político, ya era
en ese entonces una figura importante en el movimiento comunista
latinoamericano.
Tras
su muerte recoge su legado un joven
intelectual Rubén Martínez Villena, que se forjaría comunista en medio de estas
luchas por el bienestar social de los
humildes y los trabajadores, Villena estratega
y organizador creó un movimiento de oposición a Machado que tenía como
vanguardia al Partido Comunista y a las organizaciones obreras dispuestas a
darse su Revolución.
Comunistas batalladores, perseguidos por sus
ideas, asesinados por la dictadura machadista, encabezados por ese Rubén
enfermo de tuberculosis que desde un hospital dirigió huelgas y fue el más
radical y consecuente defensor de los trabajadores y los humildes, a ellos el
recuerdo y el reconocimiento de este pueblo que pecaría de ingenuo si olvida o
renuncia a ese legado.
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