El
octavo mes, dedicado a Augusto, el gran emperador romano, que muchos coinciden en
llamar el primer emperador del imperio romano, es realidad el primer sátrapa al
que rendir tributo, justo en un mes de calores, fiestas y bacanales para
romanos y que ahora los que vivimos al norte del Ecuador recordamos como el mes
más caliente, el de las vacaciones, si tienes dinero, o el de sudar a mares en
el infinito pendular de la vida.
Para los cubanos, es sol, playa y ese
irresistible deseo de mostrar a los demás que estamos prosperando, que no pasa
nada y que podemos “tirar la casa por la ventana”, aunque en septiembre dos
manos no alcanzan para tapar nuestro déficit de presupuesto, aunque nos sobren
palabras para hablar de donde fuimos, qué comimos (imprescindible, si el cubano
no habla de comidas no es cubano) y qué cosas vimos, aunque no recordemos mucho,
en medio de la fiesta y la pachanga que formamos, lo demás será para después
aún lo más serio.
Agosto nos muestras en nuestras virtudes y
miserias, más ahora que hombres y mujeres, jóvenes o viejo, se muestran en
talla ballena o delfín en fotografías manipuladas de Facebook, haciendo
cualquier bobería con un banalidad tonta e insultante.
Hay agosto, no te echo la culpa, el cubano es
como es, más en medio de la montaña de problema con los que lidia día a día,
tratando de ser quien no es, aparentar lo que tiene y llevando la vida de
revista que aparece en esta red virtual que para bien y para mal llegó para
quedarse.
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