viernes, 31 de agosto de 2018

HOMBRES DE TRABAJO




Autor: Raúl Martínez


Con los pobres de la tierra quiero yo mí suerte echar
José Martí

 La palabra  de los tiempos es bueno dejarla añejar y volver a ellas cuando parece que no tenemos ya qué decir, cómo decir o  cuándo decir, eso es lo que pasa por mi mente  cuando la humanidad toda parece estar de vigilia para encontrar la justicia, impedir que nos roben el futuro y tratar de poner un poco de orden y equidad  en un mundo que tiene muy poco de ellas para los trabajan y se esfuerzan por prosperar, sacar adelante una familia y ser sencillamente seres humanos plenos.

 Escuchemos la palabra de los tiempos, estas la del cubano sagaz y sensible que vivió allá en Nueva York hace más de 130 años,  que nos deja unas palabras que se replican y tienen vigencia en este mundo contemporáneo nuestro.

Defiende y admira a los verdaderos creadores de riqueza, los hombres y mujeres de trabajo, los que, como siempre, ante el rejuego de bolsa o apuestas financieras son los primeros en perder, escuchemos:

“¡Qué ejército, qué ejército el que el 2 de Septiembre de este año paseó sus formidables escuadras por las calles más concurridas de Nueva York! ¡qué hermosura, qué aseo, qué grandeza! ¡Veinte mil eran, hombres y mujeres! Antaño con poner un rey la mano sobre el hombro de un calientachismes de palacio, o un cercenador de hombres, o un guardador de la puerta por donde entraba a robar placeres la Majestad, ya lo hacía caballero: ogaño, ver a estas gentes humildes, a estos pobres alegres, a estos viejos honrados, a estas mujeres enfermizas, a estos creadores de sí propios, es como recibir un titulo más decoroso y limpio de nobleza: “Hombre de trabajo”, dijo el Creador: y le puso en los labios la palabra, y entre el cabello y los ojos un cintillo de luz: desde entonces, ni ser duque, ni marqués, ni conde, ni vizconde, ni barón, es ser más que hombre: ¿cómo el que hereda una fortuna ha de ser más noble que el que la fomenta? ¿Cómo el que vive a espaldas de los suyos, o al amparo de castas favorecidas, ha de merecer más respeto que el que forcejea por abrirse paso en la tierra difícil, con la pesadumbre del desdén humano encima, abandonado a sus esfuerzos propios? Gusanos me parecen todos esos despreciadores de los pobres: si se les levantan los músculos del pecho, y se mira debajo, de seguro que se ve el gusano.”[1]




[1] 5 de septiembre de 1884. OC. Tomo X: 76

jueves, 30 de agosto de 2018

CARILDA OLIVER LABRA





En su adorada Matanzas, hermosa, plena y cubanísima, cerró sus ojos una mujer hermosa, atrevida, de esas que tomó la vida a bocanadas para disfrutarla plena, esperando solo la felicidad de la reciprocidad y el amor de un pueblo que la tendrá siempre en un lugar destacado de su cultura y su historia.
 96 veranos con su pueblo, siempre con permanencia junto a esa ciudad de culto crecida al oriente de La Habana, a veces emulándola, otras trascendiéndola por la solidez de su cultura y sus hijos, entre los que Carilda fue una hija sobresaliente.
 Felices nosotros que hemos vivido su época, disfrutado de su belleza y talento, para saber de ese vibrar desordenada de quien seguirá provocando ese cálido herotismo de la insinuación elegante junto a todas las virtudes de Eva.

lunes, 27 de agosto de 2018

DANZÓN, PATRIMONIO NACIONAL




“Piquete Típico Cubano”, cincuenta años defendiendo el danzón

  Mes por mes, el primer viernes los danzoneros tienen una cita con el contagioso ritmo del DANZÓN, ese que Miguel Failde asentó en el pentagrama musical de la isla a fines del siglo XIX, primero en su Matanzas primigenia luego en La Habana y poco a poco, a ritmo de cadencia y cornetín por toda la isla. Esa cita es en el salón anexo al Museo Casa Natal de José Martí y sus protagonistas son los músicos del “Piquete Típico Cubano”, una joya musical que Ud. de paso por La Habana no debe perderse.
 Cuba es “La isla de la música”, fenómeno que puede distinguir cualquier estudioso musical del mundo al constatar el nacimiento en estas tierras en menos de dos siglos, de ritmos musicales autóctonos como la contradanza, de la derivará posteriormente el danzón; el son montuno y sus diversas variantes sonoras que  sirven de base al fenómeno de la salsa latina de finales del siglo XX; del danzón derivaron los ritmos y bailes del chachachá y el mambo, tan conocidos en el mundo latino y de otras latitudes. De Cuba son igualmente variantes sonoras de origen más africano, pero igual de arraigados en nuestro país como el célebre complejo de la rumba, percutido y lúdico encanto de cinturas y movimientos pélvicos que siguen formando parte no del folklor, sino de la música viva que se hace en la isla.
 En realidad al danzón, la vida moderna y la sociedad contemporánea de la isla le han dejado un espacio en el folklor musical de la isla, los jóvenes y las generaciones intermedias lo ven como música de “viejos”, porque hoy casi nadie compone danzones y los que se escuchan forman parte de un repertorio clásico, que queda para estudiosos, nostálgicos y algún curioso bailador que descubre su “sabrosa cadencia” al compás de la orquesta charanguera típica, de las que no quedan muchas.
 Merece el Danzón el reconocimiento, vale la pena resguardarlo y cultivarlo como baile y como género musical, muchas cosas de la vida del cubano se han hecho al ritmo del danzón y en sus buenos tiempos no dejó de reflejar las inquietudes políticas y sociales de su momento histórico, sino escuchen el danzón de Silvio Contreras, que los bailadores conocen como “La bomba”, surgida en medio de la dictadura machadista a modo de suspicaz recordación de la resistencia de los cubanos contra un mal gobierno. Cuando suena en las “peñas danzoneras” su cadencioso ritmo no deja un bailador sin moverse, aunque no tenga pareja, porque es realmente pegajoso.
 Entonces que viva el danzón, que se enseñe entre los niños y jóvenes, que conozcan que sus abuelos se amaron envuelto en sus notas, moviéndose en un “solo ladrillito”, alusión a lo apretado que se bailaba y se sigue bailando el danzón
 ¡Larga vida al Rey Danzón!