En 1937 se abrió el Estudio Libre de Pintura y
Escultura dirigido por Eduardo Abela; la creación del mismo fue auspiciada por
el gobierno de turno, para enfrentarlo al academicismo de San Alejandro. El
Decreto lo promovió la directora de Bellas Artes, Renee Méndez Capote durante
el “Gobierno de los Cien Días” (Ramón Grau San Martín, septiembre de 1935 -
enero de 1936), pero la falta de condiciones había impedido su apertura. Su
inauguración fue un paso revolucionario en la enseñanza artística cubana, los
alumnos fueron escogidos entre aspirantes que no tuvieron conocimientos previos
de pintura y escultura. Se admitían solo adultos, a los que se guiaba en el
aprendizaje pero respetando la libertad de estilo, de maneras y normas. Fue una
forma de encausar sensibilidades artísticas. Fueron profesores en este Estudio
Libre de Pintura y Escultura, además de Abela, Jorge Arche, Romero Arciaga,
Domingo Ravenet, Rita Longa, Mariano Rodríguez y René Portocarrero.
El
experimento fue efímero, la falta de apoyo oficial y los detractores hicieron
fracasar a los pocos meses el Estudio Libre, pero quedó una impronta pedagógica
audaz, que tuvo en los jóvenes renovadores su apoyo fundamental.
Refiriéndose al estudio Libre, Abela dijo: “Yo
no quería que asistiera nadie que supiese pintar, niños tampoco, sino gente que
tuviese un niño dentro. Sobre todo, hablarle al alumno de los materiales y del
oficio, pero no darle pautas a seguir igual al maestro. Cada cual con su
individualidad”[1]
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