A propósito de artículo de Fidel Castro publicado el 29 de marzo de 2016 en
el periódico Granma, referido a la visita del presidente Obama, hay un
fragmento que toca uno de los mayores enigmas de la historia de Cuba:
“Nadie, sin embargo, es bueno o es malo por sí mismo. Ninguno de nosotros
está diseñado para el papel que debe asumir en la sociedad revolucionaria. En
parte, los cubanos tuvimos el privilegio de contar con el ejemplo de José
Martí. Me pregunto incluso si tenía que caer o no en Dos Ríos, cuando dijo
“para mí es hora”, y cargó contra las fuerzas españolas atrincheradas en una
sólida línea de fuego. No quería regresar a Estados Unidos y no había quién lo
hiciera regresar. Alguien arrancó algunas hojas de su diario. ¿Quién cargó con
esa pérfida culpa, que fue sin duda obra de algún intrigante inescrupuloso? Se
conocen diferencias entre los Jefes, pero jamás indisciplinas.”
En el Diario de Campaña de José
Martí faltan las páginas correspondientes al día 6 de mayo de 1895, posterior
al encuentro suyo con Antonio Maceo y Máximo Gómez en la finca La Mejorana.
Muchos, me incluyo entre ellos, se refieren a las posibles críticas de José
Martí a la posición de los dos generales sobre el tema de la manera de
organizar el gobierno de la República en Armas y al deseo de ambos de la salida
de Martí hacia los Estados Unidos por considerar que allí podía ser más útil,
en la intimidad de su diario algunas de sus consideraciones pudieron referirse
a su opinión sobre el asunto y la de sus interlocutores en ese encuentro.
Pero existe otra versión recogida
por el comandante del Ejército Libertador Luis Rodolfo Miranda quien sostenía
que esas cuartillas se referían al modo de la “distribución de los fondos para
la revolución, incluyendo “las cantidades enviadas a distintos patriotas”[1]
¿Quién leyó este diario tras su muerte?
Tras la caída en combate del Apóstol
el diario de campaña pasó a manos de Máximo Gómez, quien lo conservó hasta su
muerte, tuvo tiempo para la lectura del mismo que solo se dio a conocer adjunto
al propio Diario de Campaña de Máximo Gómez cuando su hijo Bernardo Gómez Toro
los publico en 1941.
Recuerdo cuando trabajé en el Museo
Máximo Gómez de La Quinta de los Molinos, entre las valiosas piezas sobre el
Generalísimo que allí se atesoraban, había un cofre de madera, muy bien
conservado, donado por algún descendiente, donde ambos diarios había sido
guardados hasta su donación al Archivo Nacional de Cuba.
Pero el tema ha sido tratado en
otros momentos de la historia y por personas muy autorizadas, leamos lo que
dice el ayudante de José Martí, Ramón Garriga Cuevas, encargado de llevar sus
pertenencias, entre ellas el diario en los últimos días de campaña:
“Yo las vi cuando las
escribió. Yo guardaba el diario en mis alforjas. Cada vez que Martí me lo
pedía, se lo entregaba. Gómez lo recibió completo de mis manos”[2]
. Posteriormente volvería sobre su testimonio insistiendo, “que al diario de
campaña, cuando él lo entregó, no le faltaba hoja alguna, y que fueron seis
pliegos[3]
los que Martí escribió el día 6 de mayo”[4]
En cuanto al contenido este coronel del
Ejército Libertador testifica que las hojas arrancadas se referían al disgusto
de Maceo sobre el manejo de los fondos para la guerra.
Al examinar los originales que conservaba la
familia de Máximo Gómez, donde estaba incluido el Diario de Campaña de José
Martí, Gonzalo de Quesada Miranda, hijo
del gran amigo del Apóstol constató que no había salto en la foliación del
diario dentro de estos archivos (4650-76) pero si en la paginación del diario martiano
que saltaba de le 27 a la 32, lo que evidencia que las páginas fueron
arrancadas antes de ser foliadas.
Así fue publicado por
primera vez el Diario de Campaña de José Martí como un anexo al Diario de
Máximo Gómez en 1941.
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