El Comandante en Jefe en el 7mo Congreso del Partido
Terminó
en La Habana el congreso de los comunistas cubanos, cerca de mil delegados
representando a todos los sectores de la sociedad cubana se reunió para trazar
el camino del desarrollo “prospero, sostenible e inclusivo” de la sociedad
cubana.
Lo seguí con interés, porque no me siento
ajeno a los postulados que defienden los comunistas cubanos y porque me
concierne como ciudadano saber por dónde van los rumbos del futuro nacional.
El Presidente Raúl Castro en su informe al
congreso fue objetivo, valiente y sincero con los grandes retos a los que se
enfrenta el pueblo cubano, quiero dejar bien claro que comparto la mayoría de
esas ideas expuestas, de esos análisis políticos a los que muchas veces el
cubano de a pie ignora por repetición, porque lo ahoga la precariedad cotidiana
o porque simplemente decidió adaptarse a lo que venga, sin importarle qué, ni
qué repercusión tiene sobre su futuro.
Para hablar de futuro en Cuba hay que hablar
obligadamente del desarrollo económico, de la creación de la riqueza que
permitirá mayores salarios, mejores condiciones de vida y el mantenimiento de
esas conquistas sociales a las que ningún cubano quiere renunciar, aunque
aspiramos a que mejoren y se conviertan no solo en un derecho humano, sino en
un paradigma de excelencia.
La Revolución Cubano ha ido soltando el lastre
de idealismo y dogmatismo a la que fue obligada por las circunstancias de la
barricada a lo largo de seis década de confrontación con la potencia más
poderosa del mundo y con el sistema capitalista, camaleónico e implacable que
no deja resquicio para la equivocación, porque todas las aprovecha.
Somos lo que somos y lo sabemos, nada
ortodoxos, mezcla de seriedad y guaracha, intenso para el esfuerzo de corto
plazo, pero muchas veces débiles para alcanzar las metas de largo plazo.
De todos modos asombra y enorgullece ser parte
de este pueblo, de estas generaciones que a pesar de los pesares compartimos
una obra y estamos claros de lo que no podemos perder, de que la ingenuidad en
política es suicidio y de que esperar que todos pensemos iguales es una utopía
aburrida e imposible, que yo prefiero cambiar por la herejía del día a día,
donde ocurren cosas como las que dice Silvio Rodríguez en una vieja canción: “Alguien
roba comida y después da la vida, ¿qué hacer?”
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