José Martí.
Autor Abenamar Bauta
Un momento importante en la maduración
política de José Martí fue su contacto con la sociedad norteamericana. Llega a Nueva York el 3 de enero de 1880,
venía de España después de haber sido deportado por el gobierno colonial
español de la isla de Cuba algunos meses antes.
El contacto con aquel país en pleno apogeo de
su desarrollo económico fue deslumbrante, por eso escribe en el periódico The Hour un artículo titulado “Impresiones de América” en el que
expresa: “Estoy, al fin en un país donde
cada uno parece ser su propio dueño.” Poco a poco el conocimiento más
profundo de aquel país le hará escribir un año después: “(...) este país, señor en apariencias de todos los pueblos de la tierra,
y en realidad esclavo de todas las pasiones de orden bajo que perturban y
pervierten a los demás pueblos.”
En
aquella nación vivió las emociones de las grandes transformaciones tecnológica,
la expansión de la nación hacia el oeste, las ríadas de emigrantes provenientes
de Europa, base de la vertiginosa transformación del país, las luchas de los
trabajadores, en su mayoría emigrantes, por mejores salarios y ocho hora de
labor, acontecimientos que sirvieron para aguzar su pensamiento social, siempre
al lado de los humildes, sus críticas a los métodos violentos de lucha y su
comprensión paulatina de aquella gente violenta, engañada y víctima del gran
capital, es una constancia dialéctica de su maduración.
En los Estados Unidos el Apóstol cubano
conoció y puso al descubierto el fenómeno imperialista y advierte sobre el
peligro que representaba para Cuba, las Antillas y a la larga para América
Latina. El auge económico de los Estados Unidos traía la necesidad de mercados
y sus clases dominantes apuntaban hacia el dominio de las naciones de la América Latina, como su
zona de influencia natural.
Desde
sus crónicas para los periódicos de Hispanoamérica no se cansa de mostrar las
luces y las sombras de aquella nación y al organizar el movimiento
independentista y liberador de la isla de Cuba, sienta sus objetivos políticos
de impedir la anexión de Cuba al país del norte.
Su profundo espíritu analítico y su voluntad
de estudiar las interioridades de los Estados Unidos, le permitieron llegar a
conclusiones político sociales que aún hoy guardan una gran vigencia:
-
La
unidad de los países latinoamericanos como contraparte al hegemonismo de los
Estados Unidos.
-
El
desarrollo cultural y económico de nuestra América como antídoto a la
dominación de la nación del norte.
-
La
necesidad del desarrollo desde bases propias como contrapartida a la influencia
y penetración de esa cultura basada en el pragmatismo y el individualismo
exacerbado.
-
La
esencia humanista de la sociedad, su confianza en el ser humano y su capacidad de
ser bueno.
Esas
y otras que se me escapan son esencias sociales de la prédica martiana, no solo
contenidas en documentos políticos y programáticos, sino en toda su obra.
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