jueves, 31 de marzo de 2016

CUBA, LA CULTURA



Hoy 31 de marzo se celebra en Cuba el Día del Libro, desde que en 1960, por esa fecha se crea la Imprenta Nacional de Cuba, con una base tecnológica creada luego de la nacionalización de los periódicos burgueses principalmente en La Habana, el fin era tener libros baratos para las grandes mayoría, por eso el estreno de esta empresa cubana estatal fue con la publicación del clásico castellano, “Don Quijote de la Mancha” en   4 pequeños tomos que hoy son una rareza bibliográfica, más de un millón de ejemplares y al precio de un peso, no era en realidad una edición de lujo, pero tenía el objetivo de llevar este mensaje cultural a las grandes mayoría marginadas de este “privilegio cultural de leer”, no solo por el precio de los libros sino porque más del 26 % de la población no sabía leer, ni escribir, algo que alguien hace muy pocos días me señaló como un gran “logro” de la Republica burguesa en Cuba, claro porque en América Latina y en el mundo de esa época esto era una cifra de privilegio, “en casa del ciego el tuerto en rey”, reza un viejo proverbio español.
 Por eso este paso llevó al trascendental acuerdo de la Revolución y de su máximo líder Fidel Castro, de emprender una batalla por erradicar el analfabetismo. Recuerdo muy claramente aquella frase popular de esos primeros y telúricos años de la Cuba Revolucionaria: “Nosotros no le decimos al pueblo cree, sino lee”, (de Fidel) y para leer y escribir hubo que hacer aquella campaña gloriosa en el que participaron mis hermanos mayores y que cuidó mi padre el miliciano, para que el hombre de campo, el mayor afectado por esta ignorancia tuviera la luz de la enseñanza.
“Nos casaron con la mentira y nos obligaron a vivir con ella”, fue esa otra gran verdad dicha por Fidel, que los cubanos de aquellos primeros años de Revolución tuvimos que ir desentrañando, porque aprendimos que éramos parte de algo más grande que nosotros mismos y que en medio de tantas agresiones, escaseces y penurias cotidianas éramos al fin dueño de nuestro destino, que era la cultura la base mayor de nuestro futuro y de que la espiritualidad y la unidad de todos era la manera de seguir adelante, soñando con lo que alcanzamos a media, con lo que no pudimos crear, porque fuerzas mayores a nosotros se interpusieron, éramos un mal ejemplo, la “sacrosanta propiedad privada”, esa religión intocable del capitalismo, había sido eliminada de Cuba y entre el no saber y el no poder, tuvimos que vivir para defender lo alcanzado y llegar a esta altura con  dignidad, pero con muchos sueños pendientes, a los que no renunciamos.

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