Raúl
Martínez es uno de los artistas más significativos de la contemporaneidad
cubana, pintor, diseñador y dibujante, era al triunfo de la Revolución, un joven
muy bien informado sobre los movimientos plásticos de su época y con una
concepción muy personal dentro de la pintura abstracta, en la que sienta con
calidad una forma de hacer, pero como a tanto cubanos, los cambios políticos
determinaron en él un cambio en su línea de trabajo.
Abandona
el abstraccionismo y adopta el pop-art como su forma de expresión artística,
con una seguridad que le permite crear una radiante y colorida iconografía de
la sociedad cubana en el que rostros conocidos de héroes, mártires y
personalidades alternan con el rostro anónimo del pueblo del cual forma parte.
Era su
modo de ver la Revolución
como proceso integrador pero múltiple, idea a la que no escapó la
representación de nuestro José Martí, al que por primera vez lo da en líneas y
colores vivos, muy dentro de los cánones del pop, tratamiento en los que la
evocación pierde la rigidez de lo iconográfico para acercarse a lo cotidiano
del Martí que nos acompaña en los caminos por andar, integrado a la esencia de
su pueblo y su sociedad.
Hoy
que la iconografía martiana se nutre de cientos de interpretaciones que intenta
llegar a lo esencial de su pensamiento y ejemplo, en un mundo de imágenes, como
en el que vivimos, he querido traer la obra de
quien primero, década de los 60s y 70s hace una interpretación personal
que no deja indiferente a quienes se acercan a ella.
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