jueves, 6 de diciembre de 2018

DOS DOCUMENTOS HISTÓRICOS




22 de Diciembre de 1961, Cuba entera estaba de fiesta, miles de jóvenes y otros no tan jóvenes regresaban a sus casas después de alcanzar una batalla histórica contra la incultura y la marginación; ese día más de setecientos mil cubanos adultos habían escrito al menos una carta breve y sentida al jefe de la Revolución, en casi todas ellas el contenido se refería al agradecimiento por poder escribir una carta, por no tener que firmar con una cruz, por no tener que pedirle a otro que le leyera el periódico o la revista, por saber contar y escribir  las cosas más simples, porque el lápiz y la libreta entró en la vida cotidiana de los hogares campesinos y tener un libro se hizo una necesidad y seguir, seguir palante como dice el guajiro.

 Ese día culminaba una etapa y comenzaba otra, reafirmar la cultura y la educación en ese pueblo donde más de la mitad de su población no había terminado el nivel primario y era necesario que ese pueblo no solo “creyera lo que se le decía”, sino que pudiera leerlo, entenderlo, apoyar y discrepar, estar de acuerdo o no, seguir haciendo la Revolución de  los humildes, por los  humildes y para los humildes, como bien dijera Fidel, aquel enérgico líder que le había nacido a Cuba después de tanta historia y tanto esfuerzo frustrado, desde Carlos Manuel de Céspedes y Martí hasta las generación del 30.
 Por eso les traigo la portada de las dos Cartillas con la que aprendieron los cubanos analfabetos en 1961, en ella descubrían la cultura, la patria y las razones para aquel salto radical en la política y la sociedad, que nos convertiría en “herejes”, en el pueblo más calumniado del planeta,  frente al Goliat prepotente que no se conforma con la convivencia con un pueblo mestizo que se ha construido un camino distinto, cometiendo errores, tratando de rectificarlo, pero con la honestidad como bandera, aunque aquí, como en toda obra humano, todo es perfectible.


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