jueves, 13 de diciembre de 2018

JOSÉ MARÍA HEREDIA, EL CUBANO ERRANTE




José María Heredia nació en Santiago de Cuba el 31 de diciembre de 1803. “A los ocho años de edad –dice Bachiller y Morales- traducía a Horacio, sin cumplir los diez hacía versos, y a los quince se recibía de bachiller en derecho en la Universidad de La Habana”
 Luego de una larga estancia fuera de Cuba por las responsabilidades de su padre como funcionario de Audiencia en La Florida, Santo Domingo y Venezuela regresa a Cuba en 1819 tras la muerte de su padre, dotado de un talento natural para la literatura y en especial para la poesía. Su madurez coincide con las inquietudes del segundo período liberal en España, las guerras de liberación en América Hispana y la propagación de los ideales humanistas y liberales de la burguesía frente al despotismo en retroceso y a la defensiva en Europa y el mundo occidental.

 La corriente literaria del romanticismo llega a Cuba y América traído por los emigrados latinoamericanos que en mayor o menor medida habían participado en el proceso liberador de Hispanoamérica. Cuba era una encrucijada de viajeros, provenientes de las inquietas regiones rebeldes de América y en ella se encontraba el joven Heredia, viajero perenne con sus padres, bebiendo de las influencias de otras culturas de América y recalando en su patria justamente cuando el proceso liberal se abre paso entre los jóvenes intelectuales de su tierra y tiene en Varela, su maestro mayor desde la cátedra de Constitución del Seminario San Carlos.

  José María Heredia es el primer escritor cubano en cuya obra es posible reconocer una identificación con la patria, ya no solo como naturaleza, sino como entidad política independiente. A pesar de que su educación básica no transcurre en la isla, al incorporarse a la misma  se identifica con la patria y sus actividades, entra en contacto con emigrados latinoamericanos en La Habana[1], amistad que influye en la maduración de sus concepciones políticas en pro de la independencia que lo llevarán a conspirar contra el régimen colonial y posteriormente al destierro en Estados Unidos en 1823.

 En 1925 fue llamado a México por el presidente Guadalupe Victoria para desempeñarse en la jurisprudencia de ese país. Se radica en Toluca donde  fue director de Instituto de Literatura para el cual escribió en 1827 sus “Lecciones de Historia Universal”, un libro de historia que intenta dar una visión de la historia universal desde la óptica de un hispanoamericano, partiendo de la traducción razonada del libro “Elementos de Historia Universal” del historiador inglés Tyler.

 La novedad de su obra está en que agregó a estas lecciones de historia las muy recientes entonces revoluciones americanas por la independencia, realzando la gesta de los grandes pilares independentistas del continente. Desde este punto de vista fue un precursor, al escribir el primer libro de Historia Universal escrito en Hispanoamérica.

  Su labor en México contribuye a su maduración literaria definiendo su formación romántica con su versos “En el Teocalli de Cholula”, considerado los primeros versos románticos en castellano.

 En Nueva York publica su cuaderno “Poesía” (1825) que le dará renombre en América y Europa como uno de las más importantes figuras del romanticismo en su lengua y el primer cubano en alcanzar fama internacional por los altos valores estéticos de su obra poética.

  Como figura del romanticismo, al igual que como independentista, será precursor, terminando su vida en tierra extraña, añorando la propia. Su poesía se sitúa en las raíces del romanticismo en Iberoamérica, aunque en ocasiones deja ver el fardo retórico del neoclasicismo del que no pudo desprenderse. Más su lírica dejó obras de inigualable valor como, la “Oda al Niágara”, “Himno del Desterrado”, “Emilia” o “La Estrella de Cuba”, versos en los que vibra la rebeldía y sus anhelos de libertad para su tierra natal, casi siempre ausente en su breve vida.

A la muerte de Fernando VII y aprovechando la amnistía decretada por la Reina Regente, fue autorizado a volver a Cuba durante dos meses, estaba muy enfermo y quería ver a su familia. Su antiguos amigos y admiradores en La Habana le dieron la espalda, lo consideraron un traidor a sus ideales y regresó a México triste y desencantado para morir en Toluca el 7 de mayo de  1839.




[i Las cuatro figuras más destacadas en la difusión de los ideales de independencia por estos años fueron, el peruano Manuel Lorenzo de Vidaurre, el ecuatoriano Vicente Rocafuerte, José Antonio Miralla, argentino y José Fernández Madrid, colombiano.

No hay comentarios:

Publicar un comentario