martes, 4 de diciembre de 2018

CINE CUBANO DE LOS SETENTA




En ocasión de la edición 40 del Festival de Nuevo Cine latinoamericano quiero traer a mis lectores un breve resumen de la actividad del cine nacional en una época muy difícil para la Cultura nacional. Este fragmento forma parte de un trabajo mayor sobre la Cultura Cubana en la Revolución que hace bastante tempo este amigo vuestro tiene engavetada, a la salud del bien cine brindamos, siempre que la memoria sea siempre parte de su legado:

 “La gran suerte del cine cubano es haber tenido una institución propia para la creación y fomento del cine nacional, sin tener que ver, al menos directamente con las autoridades de cultura del país, esto hizo posible que pese a las difíciles circunstancias que rodearon a la creación en general durante la década del 70, el balance creativo para el ICAIC y la cinematografía cubana es positivo.

““El ICAIC mantuvo siempre una posición consecuente, pero no podía escapar de esas condicionantes, ni destronar por sí solo el populismo que hacía ola en aquellos años”[1]

“Esta posición hizo posible que el ICAIC bajo la dirección de Alfredo Guevara, acogiera a figuras “incómodas”  por sus posiciones críticas o diferentes ante los acontecimientos que estaban sucediendo en el país, Víctor Casaus, Luis Rogelio Nogueras, Jesús Díaz o los músicos que conformaron el grupo de Experimentación Sonora del ICAIC.

““Al cine concretamente el Congreso[2] pidió literalmente “la continuación e incremento de películas y documentales cubanos de carácter histórico como medio de eslabonar el presente con el pasado y plantear diferentes formas de divulgación y educación cinematográfica para que todo nuestro pueblo esté en condiciones de ser cada vez más un espectador activo y analítico ante las diversas manifestaciones de este importante medio de comunicación””[3]

“Las directivas del Congreso de Educación y Cultura influyeron en el empobrecimiento paulatino del cine de esa década, primero con una disminución del ritmo de producción de películas y luego con la aceptación a priori del encargo social que deja poco margen a la creación artística y el debate.[4]

 “Se hace un cine en el que predominan los filmes de temas históricos:   “Una pelea cubana contra los demonios” , “Los días del agua” “El extraño caso de Rachel K , “El otro Francisco”, “Cantata de Chile” , “Mella”, “Mina viento de libertad”, “Rancheador”, “La tierra y el cielo” , “La última cena”  “El hombre de Maisinucú”, “Ustedes tiene la palabra”, “El Brigadista”, “Patty Candela” y “Río Negro”. “En ese período lo básico era “(…) rescatar la historia, rescatar nombres, hechos situaciones que no habían tenido jamás una presencia en imagen”[5]

 El cine de autor siguió marcando la pauta de calidad de la cinematografía cubana fundamentalmente por la presencia creativa de figura como Tomás Gutiérrez Alea, Humberto Solás, Sergio Giral, Octavio Cortazar así como Santiago Álvarez en el capítulo de los documentales y de los noticieros Latinoamericanos ICAIC, quienes produjeron obras de gran calidad y que tenían a la sociedad cubana como su protagonista y a la historia como tema.[6]

“Tomás Gutiérrez Alea filma en esta década obras como, “Una pelea cubana contra los demonios” (1971), “La última cena” (1976) y “Los sobrevivientes” (1979) piezas que siguen la línea de la temática histórica, pero sin concesión al panfleto y al facilismo y con la maestría de conducción de actores. Que siempre le caracterizó.

 ““Una pelea cubana…” es una película hecha en circunstancias muy difíciles, “(…) una de las más audaces películas cubanas en cuanto al lenguaje, puesta en escena, dirección de actores, concepción plástica (…) una de las películas que define mejor la realidad cubana todavía hoy (…)”[7]

 “Humberto Solás abre este período con una película filmada en 1969, pero que no fue vista hasta una década después, “Un día de noviembre”, filme de reflexión sobre la contemporaneidad cubana que llegó en medio de la parálisis de ortodoxia y el síndrome de la conveniencia o no conveniencia de la obra de arte para el “momento histórico”. “La película no era cuestionadora pero sí demasiado amarga para el clima triunfalista que se vivía. “La muerte de Esteban era una alegoría sobre la caducidad y desaparición de un mundo (…)”[8]. Otra obras suyas en esta década fue, “Cantata de Chile” (1975) basada en la lucha de los mineros salitreros de Iquique.

“Aunque algunos críticos señalen el poco acercamiento a la contemporaneidad cubana de los cineastas de esta época, la realidad es que se hicieron pocos pero muy significativos filmes con esta temática. Tal vez la más mencionada y revelador sea, “De cierta manera” filmada por Sara Gómez y editado por Tomás Gutiérrez Alea e Iván Arocha, por la repentina muerte de su directora. La obra insiste en un tema que inquietaba a Sara Gómez, las relaciones humanas en las difíciles circunstancias de los cambios sociales que vive el país, tocando elementos como la marginalidad, la racialidad, la crisis ética del individuo y su apego a costumbres ancestrales. “Ustedes tiene la palabra” (1974) con dirección de Manuel Octavio Gómez y guión de Jesús Díaz, hace un importante acercamiento crítico a la realidad, al poner ante el espectador un drama cotidiano en el que un colectivo de trabajo hace un juicio crítico de su realidad ante un hecho delictivo y “Retrato de Teresa” (1979) de Pastor Vega rastreando otra zona de la realidad cubana del momento, la búsqueda de la mujer de un lugar en la nueva sociedad cubana, con actuaciones memorables de Deisy Granado y Adolfo Llauradó.

 “La documentalística cubana gana en estas dos primeras décadas de Revolución un alto prestigio en el mundo, tanto por ser cronista de los cambios sociales que se producen en Cuba y las luchas de los pueblos por su liberación nacional, sino por su estética innovadora, apego al compromiso social y a la mirada crítica de sus creadores, así como capacidad para trasmitir ideas de permanente vigencia. Es algo reconocido que creando documentales se formaron muchos de los mejores directores de cine cubano y que algunos continuaron incursionando en esta temática, como fueron los casos de Tomás Gutiérrez Alea, Humberto Solás, Octavio Cortazar y Enrique Pineda Barnet, entre otros.

“Pero el magisterio en  el documental cubano de esta época lo desarrolla  Santiago Álvarez, hombre de comprometida militancia revolucionaria y que hace de este género un modo de hacer arte militante, comprometidos con la causa de los pobres de la tierra. La década del 70 será testigo de su quehacer de madurez, primero en el Noticiero ICAIC, reconocido hoy en su conjunto como Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO y también con sus crónicas documentales sobre los acontecimientos de más trascendencia de la década, en Cuba y  en el mundo: “Cómo, por qué y para qué se asesina a un general” (1971), sobre el asesinato del General Pratt por la derecha chilena; “De América soy hijo y a ella me debo” (1971), sobre el periplo de Fidel por Chile, Perú y Ecuador; “Y el cielo fue tomado por asalto”, con Fidel como protagonista en su viaje por países de África y la Europa del Este;“ Los cuatro puentes” (1973) en el que queda reflejada la visita de Fidel al frente de guerra en Vietnam del Sur; “Abril de Vietnam en el año del Gato” (1975), sobre la guerra de liberación en ese país asiático; en 1976 filma los documentales, “Nadie impedirá la lluvia”, “Luanda ya no es de San Pablo” y “Maputo, Meridiano Novo”, los tres dedicados a la descolonización de los territorios portugueses en África. Otro conflicto que no dejó de reflejar en sus documentales fue la llegada al poder del “khemer rojo” en Cambodia y sus barbaries cometidas contra sus vecinos y su propio pueblo, de esa tragedia queda su impactante obra, “Experimento macabro” (1979).

“Un documental de fuerte impacto en la sociedad cubana del momento lo fue “55 hermanos” (1978) obras dirigida a reflejar la visita del primer grupo de jóvenes cubano-americanos y que muestra con objetividad y belleza el impacto emocional, tanto en ellos como en el pueblo cubano de este encuentro de carácter realmente histórico y con fuerte influencia en acontecimiento posteriores en el país.

 “En 1972 el ICAIC se propone enfatizar en la producción de dibujos animados infantiles cubanos cuya presencia era minoritaria en el cine y la televisión del país. Las propuestas partían de una encuesta de gustos y preferencias del niño cubano y de un trabajo por llevar temas educativos, históricos, culturales y de asuntos generales, con amenidad y calidad estética. En esta primera etapa sobresalen los trabajos de Mario Rivas (“Feucha” (1978), Tulio Raggi (“El pájaro prieto” (1976) y “Cocuyo ciego” (1979) y Juan Padrón que da a conocer los primeros cortos de Elpidio Valdés, “Una aventura de Elpidio Valdés” (1974) y “Elpidio Valdés contra el tren militar” (1974).

“Estos primeros animados sobre Elpidio Valdés tuvieron una gran aceptación no solo en el público infantil, sino en toda la población que vio en el personaje las virtudes patrióticas y revolucionarias de todo un pueblo, no solo en la lucha contra el colonialismo español, sino en las que a diario emprendía. Tal fue la aceptación que en 1979 se realizó el primer largometraje cubano de animado con “Elpidio Valdés” y sus amigos como protagonistas; ganador del Gran Premio Coral del Primer Festival del Nuevo Cine Latinoamericano, así como otros muchos reconocimientos nacionales e internacionales.

 “En 1979 se crea el laboratorio a color del ICAIC, un anhelo de muchos años que abarata los costos y facilita la producción de películas, en 3 de diciembre de ese mismo año se inaugura la Primera Edición del Festival Internacional de Nuevo Cine Latinoamericano, el evento que marcará pauta por la calidad de sus propuestas y la masividad de la participación popular.

“La década del 70 conoció de la consolidación de los Estudios Cinematográficos y de Televisión de las FAR (ECIFAR) también conocidos como “Estudios Granma”, institución que consolidó un prestigio en la producción de documentales de corte didácticos, militares y culturales, así como la edición de noticieros, revistas miliares y los programas FAR Visión que llenaron un momento histórico importante del país, exaltando las glorias combativas de las Fuerzas Armadas Revolucionarias en las misiones internacionalistas que llenaron  toda esta década. Entre los realizadores más importantes de estos estudios están, Eduardo de la Torre, “Provocación desde la Base Naval” (1979); Belkis Vega, “Líbano la guerra interminable” (1980) y Jorge Fuentes, “La Gran Rebelión” y “Cabinda”.”

Este fue nuestro cine de los decisivos 70, años que esperan por un estudio más profundo de los historiadores cubanos



[1] Lucía López Coll, Entrevista  a Humberto Solás, en rev. La Gaceta de Cuba, pp.32-35, Nº 3, 1993
[2] Congreso de Educación y Cultura, 1971
[3] Juan Antonio García Borrero, “Las aporías del gris, Cine cubano en los setenta”, en rev. La Gaceta de Cuba, Nº 5, 2000
[4] Ídem
[5] Entrevista a Pastor Vega, “Explorar lo que pasa”, en rev. Bohemia, Nº 48, p.6 / nov. 1988
[6] Arturo Arango, “Manuel Pérez o el ejercicio de la memoria” en rev. La Gaceta de Cuba, Nº 5, 1997
[7] Ivette Leyva, “Arturo Sotto: yo solo quiero saber”, entrevista, en rev. La Gaceta de Cuba Nº 1, 1999
[8] Rufo Caballero, “Entrevista a Humberto Solás” en rev. Revolución y Cultura, pág. 6, Nº 2-3, 1999

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