jueves, 18 de agosto de 2016

LA PRESIÓN EXTRA SOBRE EL ATLETA CUBANO



Cuando llega cualquier evento múltiple deportivo, ya sea de la región o los juegos olímpicos, la isla toda se llena (o la llenan) de expectativa sobre los resultados cuantitativo por el número de medallas a ganar, como si de cumplir una meta productiva fuera, las especulaciones rondan el aquello de si se preparó bien el atleta, los costos de los viajes, la calidad de las instalaciones en Cuba, la alimentación, los implementos y siempre aparece un pero presionante que convierte al atleta en un ser tensionado al que el mundo se le viene encima cuando no cumple la “meta” para la que fue entrenado.
 Con las dificultades interna que tiene el sistema deportivo cubano, centralizado, carente de recursos para garantizar un deporte masivo de calidad, no queda más remedio que concentrar a la élite deportiva de la isla y tratar de prepararlo lo mejor posible para una actuación decorosa en las citas del cuatrienio.
  Pienso que el Olimpismo moderno, como lo conocimos está por morir, lo ahogarán las ansias de triunfo a cualquier costo, la corrupción, el dopaje y los atletas van camino a ser gladiadores modernos para divertir y entretener a la fanaticada de todo el mundo, vía satélite, en vivo y a todo color, pagados por sus patrocinadores, al fin y al cabo casi es posible escuchar un remedo de aquel grito que se escuchaba en las arenas romanas: “Salve César (público, apostadores, patrocinadores), los que van a morir (¿competir?), te saludan”

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