José Martí niño, dibujo de una niña, colección del Museo casa Natal de José Martí
Por
estos días en Cuba nada es más importante que el inicio del curso escolar en
todas las enseñanzas, fenómeno social que moviliza a toda la sociedad en
función de sus estudiantes, noto un énfasis en ocuparse y preocuparse por los
niños en situaciones de vulnerabilidad, de familia disfuncionales, o donde
ellos no constituyen una prioridad, hechos que se hacen visible en la realidad
actual de Cuba donde la desigualdad comienza hacer brechas y el consumismo y el
tener van creando un pequeño grupo de gente con posibilidades y un cada vez mayor
grupo de “familias vulnerables”, modo de nombrar aquellos donde predominan
actitudes de descuido hacia sus miembros menores, donde la mala vida rosa y con vive con estos muchachos, que van convirtiéndose
en los indisciplinados, los malas cabezas que no atienden, los mal vestidos o
aquellos cuyos intereses y sueños ya son de adultos y adultos descarriados, por
decirlo bonito.
Para esta tarea el papel de los maestros torna
titánico puesto que “enseñar pueden muchos pero educar solo aquellos que son un
evangelio vivo” (palabras más menos textuales de José de la Luz y Caballero). Por eso
quiero recordarles un libro muy conocido de José Martí, compendio de su
sabiduría para con los niños y los adolescente, “La Edad de Oro”
En 1889 un hombre muy ocupado en cosas de
adulto, quiso regalarles a los niños una revista en la que quedaran plasmadas
las ideas que sobre ellos él tenía. Ese hombre fue José Martí, exiliado en
Nueva York, con la tarea de emancipar un pueblo y levantarlo sobre simientes
nuevas, pensó que nada de esto podía hacerse sin la educación como herramienta
principal de la cultura y por eso comenzó por la raíz dedicándole a los niños
de América Latina y del mundo una revista distinta en la que aprendieran valores
en los cuentos y relatos que escogió para su revista, amena y bella.
La novedad estaba en enseñarle aquellas cosas
que marcaban a la sociedad de su tiempo, la Revolución Industrial, el
desarrollo de las ciencias y el conocimiento del planeta donde vivían, hoy los retos son otros pero las herramientas básicas son las mismas.
Puso mucho énfasis en la Historia de América,
las guerras por lograr la independencia de España y el orgullo que debían
sentir por aquellos que lo sacrificaron todos por ese motivo.
Solo salieron cuatro números de aquella
revista excepcional que circuló por
algunos países de nuestras tierras, dejando la simiente del buen hacer para los
niños, los ciudadanos del futuro.
Hoy esa revista se distribuye con frecuencia
en las librerías cubanas, aunque ese baldón memorístico que aún nos acompaña se
empeña en convertirla en fuente de recitaciones de memoria, lecturas
anecdóticas y encasillamientos cerrados como “libro para los niños”.
Maestros, “La Edad de Oro es texto para adulto
tanto como para niños, modo de aprender a trabajar con esas personitas que hoy
pueden estar en nuestras aulas o en nuestras casa, hagamos de su enseñanza el objetivo básico de nuestras
vida porque, “…los niños son los que saben querer, los niños son la esperanza
del mundo”, esa es la lección de Martí
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