miércoles, 10 de agosto de 2016

EL PRIMER CAMPEÓN OLÍMPICO DE CUBA Y LATINOAMÉRICA





Ramón Fonst Segundo (1883-1959), nació en La Habana aunque se educó en París Francia a donde se había trasladado su familia, desde pequeño se destacó en la práctica de los deportes, sobre todo en la esgrima deporte en los que alcanzó las primeras medallas de oro de Cuba y Latinoamérica. 
 Su maestría deportiva es ponderada aún hoy por su entrega y por su longevidad en la práctica, más de cuarenta años en la élite deportiva, lo que habla muy a las claras de su maestría.
 Su historia olímpica comienza en la segunda olimpíada celebrada en París, Francia, en el año 1900, donde con orgullo representó a Cuba a pesar de ser campeón de Francia y residir en aquel país, no olvidó que había nacido en esta isla ocupada por esos años por los Estados Unidos. Se impuso en la modalidad de espada al derrotar al local Louis Perreé y fue segundo en la prueba profesional de espada para maestros de esgrima, modalidad que por única vez se presentó, contaba entonces con 17 años.

 Su consagración vendría cuatro años después en la III Olimpiada con sede en la ciudad norteamericana de San Luis donde se presentó con un equipo compuesto por su compatriota Dionisio Díaz y el norteamericano radicado en La Habana Alberson Van Zo Post. Ganó en las pruebas individuales de  florete, espada y bastón;  oro por equipo en florete. Las otras medallas cubanas individuales fueron a los pechos de, Manuel Dionisio Díaz ganador del título en sable; Alberson Van Zo Post, ganador del subtítulo en espada y florete, además de bronce en sable, es decir Cuba ganó la esgrima de aquellos juegos.

 Eran tiempos en que primaba el deseo de competir y apenas el deporte era una fenómeno social en menos de una docena de países, la época romántica de las competencia en medio de grandes ferias y durante largos meses, pero aun así la maestría del cubano cuenta entre las leyenda del olimpismo, por su pasión por la competición, su caballerosidad y el afán por competir por su isla, donde él mismo era prácticamente un desconocido.

 De ese romanticismo fuimos hecho y así forjamos nuestro camino olímpico trazado a fuerza de sacrificio, voluntad y mucha pasión por Cuba ¿Volverá a ser así?

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