lunes, 8 de agosto de 2016

JOSÉ MARTÍ, CRONISTA DEPORTIVO





Los temas deportivos ocupan un amplio espacio en el periodismo martiano, motivado por el auge que esta actividad  ya tiene en los Estados Unidos en la época  en que nuestro Apóstol vivió en ese país, y por el amplio destaque que  hacen los periódicos estadounidense del espectáculo que brindan los atletas en muchos deportes tanto individuales, como colectivos, profesionales o amateurs.

 José Martí sigue este desarrollo y da cuenta de ello en sus crónicas para los periódicos hispanoamericanos, principalmente para «La Nación» de Buenos Aires y «El Liberal» de México; pero no como reportero deportivo al que impulsa el deseo de informar resultados, estilos y formas de jugar, sino lo que hay de humano en estas actividades físicas marcadas por la tensión del cuerpo, el riesgo o los beneficios para la salud y por sobre todo la crítica temprana y de mucha actualidad contra la comercialización que envilece  el deporte, ensombreciendo su intrínseco contenido lúdico, en pos de la gloria para su equipo, su escuela, su nación.

En Martí hay severas críticas al fenómeno de las apuestas que ve abrirse paso en medio de aquellos espectáculos más de circo romano que de competición sana, según sus propias palabras, y destaca el daño que tales prácticas hacen, no solo al atleta, sino al público convertido en deshumanizado espectador de aquellas competiciones, muchas veces brutales.

 Con sus crónicas, lo ha escrito, no pretende entrar en detalles que a la distancia no le digan nada al lector, sino ir a la esencia de los fenómenos que la “modernidad” van provocando en este pujante país, más allá del deslumbramiento tecnológico o las novedades de todo tipo, que no dejan de serlo en el deporte y la ejercitación física.

 Con entusiasmo habla de los ejercicios que ayudan a la salud y elogia  a este pueblo que aprovecha la luz del sol para salir al aire libre haciendo caminatas, nadando, excursionando por los campos y playas, llenado sus pulmones de aire saludable.

 Es crónica objetiva, poética, pero advertidora del fenómeno comercializador que potencia el espectáculo, el consumo, el entretenimiento vacío, que aletarga la inteligencia y deja poco a la espiritualidad, al humanismo y la solidaridad, rasgos que cuando aparecen, él aplaude como rasgos a destacar en el entretenimiento y deporte sano.

 Entre los deporte que vio y describió están, el boxeo, el remo, las regatas de velas, patinaje sobre hielo, atletismo, beisbol y fútbol en su variante de “fútbol americano”.

“Sport”, entretenimiento, recreación y ejercitación, son formas lúdicas que el mira con recelo al verlos cargados de violencia, fanatismo, apuestas y ese afán de ganar dinero aún a costa de la salud.

 Eso lo hace echar de menos a los juegos primigenios de las polis griegas, basados en la búsqueda de la gloria, el prestigio y la buena forma física de sus ciudadanos, que al destacarse en estas actividades físicas eran tenidos como héroes por los suyos.

 El boxeo es el deporte más reseñado por él, motivado por las espectaculares multitudes que se reúnen para ver aquellos encuentros de pugilato, apenas con reglas y a mano limpia. Tuvo la fortuna de ser contemporáneo del boxeador más aclamado de los Estados Unidos John Sullivan, bostoniano de origen irlandés a quien dedica más de una mención en sus crónicas, no solo para hablar de sus peleas y triunfos, sino también para destacar su conducta humana de marginado social, mimado por todos, por esto para este peso completo del boxeo Martí tuvo un seudónimo que lo caracteriza en sus crónicas: “Bestia bípeda”

 Para nuestro querido beisbol, Martí tuvo palabras de elogios al ver su capacidad de mover multitudes tanto para jugarlo como para verlo jugar, lo llamó “pelota”, tal como hacemos los cubanos de hoy, trató de castellanizar términos que estaban en inglés para que lo entendieran mejor los latinoamericanos que desconocían por entonces este deporte: “Macanazo” fue el sonoro nombre que nuestro Apóstol dio al jonrón y “encuclillado”, llamó al receptor o cácher, prueba de que conocía el juego y de que lo disfrutó en la época en que comenzaba a convertirse en pasión para los estadounidenses.

 Así vio Martí el deporte y la ejercitación física, muy a tono con sus concepciones humanistas que desde su país se trata de inculcar en los atletas que compiten por nuestra bandera, no importa si pierden, si  compiten con honor  y dan el máximo sabiendo que en esta isla los cubanos nos sentiremos orgullosos de su esfuerzo.

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