miércoles, 31 de agosto de 2016

RECUENTO DE DOS DÍA DE LLUVIA





 La Giraldilla, veleta hermosa del siglo XVI, símbolo de La Habana, originalmente estuvo emplazada en el castillo de la Fuerza.

 Cesó la lluvia, espero que el sol vuelva a ser el rey en esta ciudad multicolor y muy ocupada en vivir su propia historia, realmente por arte de magia los barrenderos también tomaron un “diez” y la basura que el agua sacó a flote, “adorna” las calles habaneras, fundamentalmente las más populosas, por la que se mueven a diario miles de diambulantes, negociantes, vagos de profesión y la ralea humana que se une a los trabajamos y que hemos tenido que salir casi disfrazada en estas 48 horas para llegar al trabajo.
 Si llover es una preocupación, la higiene de esta enorme ciudad lo es más, con cientos de papeles de todo tipo alrededor de cada lugar en donde venden algo, perros callejeros, personas sin hogar y un mundo sórdido de diversidad que parece no ser visto por nadie o al menos ignorados por todos.
 La Habana es grande por su gente, no importa en qué barrio, en qué trabajo, su gente bullanguera y variopinta tratando de sobrevivir “por cuenta propia”, hermosa aún en sus defectos, noble en sus carencias, sin necesidad de slogan turísticos para ser hermosa.
 Esta ciudad que ya tiene más de 500 años, vagabunda por excelencia, fundada cerca de Batabanó en 1514, muy al sur de donde está hoy, trasladada por sus vecinos a la orillas del río Caciguagua (Almendares) y puesta en el puerto de Carenas por lo estratégico de su posición geográfica, en 1519. Lo saludable de sus costas y la bendición de la corriente del Golfo, pasando  a pocas millas de sus costas trajeron el auge de esta ciudad cosmopolita cuando en América solo había aldeas gracias al monopolio de la Flota y a la capacidad de estos náufragos  que ya se identificaban a sí mismo como habaneros en ese legendario siglo XVI que determinó que La Habana fuera el ombligo de la Isla, para bien y para mal.

lunes, 29 de agosto de 2016

LLUEVE EN LA HABANA



Es muy difícil en los últimos tiempos ver a La Habana gris con un manto de lluvia que cubra toda la ciudad y su suciedad, lluvia que pone a pensar a cientos de inquilinos atrapado en la trampa del vivir precario, con una gotera por compañía, una tupición, un salidero, un descolchado y todas esas heridas propias de los años sin mantenimiento que tiene nuestros edificios en sentido general.
 Llueve en La Habana y en los barrios tradicionales, todo el mundo piensa en el peligroso momento que salga el sol, porque esa conjunción de humedad y calor trae desprendimientos en estas edificaciones heridas y mal tratadas o no tratadas, por una gente a la que acostumbraron que el estado lo resolvía todo, pero cuando pudiera y con quien pudiera; ahora que se le ha dado la posibilidad de arreglarlo por su cuenta, con créditos incluidos, caes en manos de los burócratas que dilatan los tramites y de los especuladores que te revenden lo que el estado puso en sus rastros para que tu comprara.
¿Qué hacemos?, ver llover, ponernos románticos, correr tras las guaguas repletas, sacar el paragua, ponernos las botas y rogar que no se inunden las calles viejas y heridas de  Monte, de Cuatro Camino, Vía Blanca y 10 de Octubre y tantas otras que nos dejan en medio de una Venecia pestilente y vergonzosa.
 Llueve en La Habana y Servicios Comunales en el peor servicio urbano, no tiene carros para la basura, su personal es escaso y muchas veces solo sirve para lo que hacen y lo hacen mal.
 Llueve en La Habana y para algunos será la lluvia un espectáculos desde sus carros o desde sus balcones, para los de a pie, para nosotros es ver a esta bella ciudad del Golfo, llorar fango y basura.

viernes, 26 de agosto de 2016

UNA ESCUELA EJEMPLAR





 Escuela Primaria "Don Mariano Martí"

En la misma cuadra donde se ubica el Museo Casa Natal de José Martí, en la esquina de Paula y Picota, existe una Escuelita Hermosa que vi nacer  a finales del siglo XX a iniciativa de la Oficina del Historiador de La Habana y en una casona colonial rescata del tiempo y la sobre explotación, esa escuela es la Escuela Primaria Don Mariano Martí, en honor al padre del nuestro Apóstol.
 Tiene un aula de cada grado desde 1ero y 6to y las condiciones que no solo dan las comodidades arquitectónicas creadas, sino un claustro estable, de calidad y con un “sentido de pertenencia”, como el que aspiramos tengan todos los trabajadores de la educación por su escuela.
 Recuerdo  en su inauguración en 1998, las palabras de Eusebio Leal, el soñador de La Habana, quien encomendó a nuestro Museo Casa Natal de José Martí la atención a esa escuelita y a todas las que llegaran a esta institución que el pueblo ha bautizado como LA CASITA DE MARTÍ, así únicamente.
 Gusto da entrar en aquel jardín de niños, trabajar con ellos en cuantas ideas se les ocurren a sus maestros y a nosotros los colaboradores de la casita, gusto da  verlos crecer seis años en conjunción con la historia y la ética de sus maestros y el ejemplo  sencillo de hijo de Mariano.
 Para los que me lean y vivan cerca de esta ciudad maravillosa que es La Habana,  traten de llegar a esta adorable escuelita habanera ejemplo de lo que soñamos para nuestras escuelas y los “príncipes enanos” que en ella estudian.