Cuando releemos el Diario de Campaña de José Martí,
siempre llama la atención esa intimidad con el paisaje, con el país y su gente,
como si quisiera compensar tantos años lejos de la tierra amada o como si
presintiera que queda poco tiempo de vida y hay que aprovecharlo todo en bien
de los demás, sin una queja, pero ese hermoso gesto del soldado anónimo
cubriéndolo con un mantón viejo para protegerlo del frío, es en su mención un agradecimiento a tanta gente
sencilla y buena que lo cuidó a su paso por la patria:
3.-A las 5, con el Coronel
Ferié, que vino anoche a su cafetal de Jaragüeta, en una altura, y un Salón
como escenario y al pie un vasto cuadro, el molino ocioso, del cacao y café. De
lo alto, a un lado y otro cae, bajando, el vasto paisaje, y dos aguas cercanas,
de lecho de piedras en lo hondo, y palmas sueltas y fondo de monte, muy lejano.
Trabajo el día entero, en el manifiesto al Herald, y más para Bryson. A la 1,
al buscar mi hamaca, veo a muchos por el suelo, y creo que se han olvidado de
colgarla. Del sombrero hago almohada: me tiendo en un banco: el frío me echa a
la cocina encendida: me dan la hamaca vacía: un soldado me echa encima un
mantón viejo: a las 4, diana.
Diario de Campaña de José Martí
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