Con la asimilación de los
códigos modernos en la década del treinta va aparejado otro movimiento de menos
influencia pero de igual importancia para la arquitectura cubana. Aparece un
grupo de arquitectos preocupados por la arquitectura colonial cubana, principalmente del siglo
XVIII, su estudio y asimilación de algunos elementos formales de esta etapa:
lucetas, medios punto persianas de suelo a techo, guarniciones de puertas y
ventanas, entre otras. Entre los investigadores de la arquitectura colonial
sobresalen José María Bens, Luis Bay Sevilla y Joaquín Wiess.
Weiss es el más destacado en este rescate y
estudio de la arquitectura colonial cubana, sus estudios y las fotografías que
hizo en dichas obras, influyeron mucho en esta corriente neocolonial de la
arquitectura cubana.
Las formulaciones teóricas de este movimiento
neocolonial la hizo el arquitecto Leonardo Morales en su ensayo, “La Casa
Ideal” (1934) y la definición de esta casa neocolonial la hacen los arquitectos
Pedro Martínez Inclán y Eugenio Batista: «patio, puntal, persianas y portal»
El movimiento neocolonial no supera los
presupuestos estéticos eclécticos, pero en cambio los asimila a la arquitectura
autóctona, surgiendo edificaciones donde se incorporan estos presupuestos,
algunos ejemplos son:
Las escuelas tecnológicas de
varones y hembras de Rancho Boyeros, algunas viviendas en el reparto Lutgardita
(1928), la Iglesia de Nueva Gerona en Isla de Pinos (1929) y las sedes de los gobiernos
provinciales de Guanabacoa (1946) y Santiago de Cuba(1954).
En el caso de las residencias, la planta
propuesta parte del patio central como eje de la distribución espacial, pero
luego se añaden otras dependencias propias del ecléctico, lo cual complica un
poco la configuración de las mismas.
Este movimiento neocolonial en arquitectura
fomenta también la restauración de algunas edificaciones importantes de La
Habana intramuros, obras en la que sobresale Joaquín Weiss, precursor de la
restauración de monumentos arquitectónicos en Cuba, aunque se debe señalar el error que se cometió al retirarle
a los edificios restaurados el repello para dejarlos en la piedra desnuda.
Esta preocupación por la arquitectura
tradicional cubana, aunque no constituyó un movimiento fuerte en su momento, si
tuvo una gran repercusión posterior en el rescate de los valores nacionales en
la arquitectura y en los trabajos que hoy emprenden la Oficina del Historiador
de La Habana y sus similares en Santiago de Cuba, Camagüey, Trinidad y
Cienfuegos, a más de la Dirección de Patrimonio Cultural, por rescatar y
conservar edificaciones valiosas de nuestro pasado colonial.
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