viernes, 25 de mayo de 2018

ARQUITECTURA NEO COLONIAL CUBANA




Con la asimilación de los códigos modernos en la década del treinta va aparejado otro movimiento de menos influencia pero de igual importancia para la arquitectura cubana. Aparece un grupo de arquitectos preocupados por la arquitectura  colonial cubana, principalmente del siglo XVIII, su estudio y asimilación de algunos elementos formales de esta etapa: lucetas, medios punto persianas de suelo a techo, guarniciones de puertas y ventanas, entre otras. Entre los investigadores de la arquitectura colonial sobresalen José María Bens, Luis Bay Sevilla y Joaquín Wiess.
 Weiss es el más destacado en este rescate y estudio de la arquitectura colonial cubana, sus estudios y las fotografías que hizo en dichas obras, influyeron mucho en esta corriente neocolonial de la arquitectura cubana.
 Las formulaciones teóricas de este movimiento neocolonial la hizo el arquitecto Leonardo Morales en su ensayo, “La Casa Ideal” (1934) y la definición de esta casa neocolonial la hacen los arquitectos Pedro Martínez Inclán y Eugenio Batista: «patio, puntal, persianas y portal»
 El movimiento neocolonial no supera los presupuestos estéticos eclécticos, pero en cambio los asimila a la arquitectura autóctona, surgiendo edificaciones donde se incorporan estos presupuestos, algunos ejemplos son:
Las escuelas tecnológicas de varones y hembras de Rancho Boyeros, algunas viviendas en el reparto Lutgardita (1928), la Iglesia de Nueva Gerona en Isla de Pinos (1929) y las sedes de los gobiernos provinciales de Guanabacoa (1946) y Santiago de Cuba(1954).
 En el caso de las residencias, la planta propuesta parte del patio central como eje de la distribución espacial, pero luego se añaden otras dependencias propias del ecléctico, lo cual complica un poco la configuración de las mismas.
 Este movimiento neocolonial en arquitectura fomenta también la restauración de algunas edificaciones importantes de La Habana intramuros, obras en la que sobresale Joaquín Weiss, precursor de la restauración de monumentos arquitectónicos en Cuba, aunque se debe  señalar el error que se cometió al retirarle a los edificios restaurados el repello para dejarlos en la piedra desnuda.
 Esta preocupación por la arquitectura tradicional cubana, aunque no constituyó un movimiento fuerte en su momento, si tuvo una gran repercusión posterior en el rescate de los valores nacionales en la arquitectura y en los trabajos que hoy emprenden la Oficina del Historiador de La Habana y sus similares en Santiago de Cuba, Camagüey, Trinidad y Cienfuegos, a más de la Dirección de Patrimonio Cultural, por rescatar y conservar edificaciones valiosas de nuestro pasado colonial.

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