jueves, 15 de marzo de 2018

LA PROTESTA DE BARAGUÁ, EL GESTO VIRIL DE MACEO



"Baraguá" Dibujo de Hernández Giró
 
Hace 140 años un 15 de marzo de 1878 se reunían en el centro de la región oriental, bajo una hermosa arboleda de mangos, el general cubano Antonio Maceo y el general español Arsenio Martínez Campos, jefe de las fuerzas colonialista que combatían a los independentistas cubanos en su afán por alcanzar la independencia de la isla y la abolición de la esclavitud.
 Martínez Campos había llegado a Cuba con la intención de terminar la guerra de un modo de otro y es por eso que junto a una intensificación de las operaciones militares contra los insurrectos, inició un acercamiento a la dirección del movimiento independentista, ofreciéndole una salida negociada al conflicto, para terminar la guerra ofreciéndole un conjunto de promesas políticas y reinserción en la sociedad colonial, pero sin tocar los problemas medulares que  había llevado a los cubanos a la guerra: la independencia y la abolición de la esclavitud.
 Es así que logra firmar con el gobierno de la República en Armas un armisticio, conocido en nuestra historia como “Pacto del Zanjón” (febrero de 1878).
 Enterado Maceo de la componenda se opone abiertamente a ella y así lo hace saber a los comisionado que le envían las autoridades de la revolución que había firmado el pacto: “…los responsables quienes quiera que lo fuesen,… habían cometido un error en admitir y entablar entrevistas y conferencias, sin conocimientos de todo el ejército cubano para llegar a terminarlas admitiendo un pacto sin abolición y sin garantías…”[1]
 Es por esta razón que Maceo acepta reunirse con Martínez Campos en “Los Mangos de Baraguá”, no para aceptar el pacto que de plano el rechaza sino para darle a conocer su posición y la de un buen grupo de prestigiosos revolucionarios que junto a él rechazaban los que consideraban una capitulación.
 Con la Protesta de Baraguá Antonio Maceo intentó levantar la moral combativa de la Revolución Independentista y continuar la guerra con una nueva dirección y alcanzar los objetivos supremos de la guerra iniciada en 1868, la independencia y la abolición de la esclavitud.
 Pero el Pacto del Zanjón tuvo un efecto desmovilizador dentro de las fuerzas cubanas y a pesar del gesto de los orientales encabezados por Antonio Maceo, la guerra languideció y finalmente el mismo Maceo tuvo que salir al exilio en espera de mejores condiciones para reanudar la contienda.
 Sin embargo el gesto de este extraordinario cubano, salido de las entrañas populares ha quedado imperecedero como ejemplo de intransigencia y dignidad de los cubanos.
 José Martí, reconocerá años después el digno esfuerzo del general Antonio Maceo: “Tengo ante mis ojos la Protesta de Baraguá, que es el documento más glorioso de nuestra historia.”


[1] Historia de Cuba de Jorge Ibarra, pág. 294

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