viernes, 23 de marzo de 2018

EL 25 DE MARZO DE 1895 EN LA VIDA DE MARTÍ




José Martí y Manuel Mantilla Miyares

El 25 de marzo de 1895 tiene mucha connotación para la vida de José Martí, estaba en la pequeña ciudad dominicana de Montecristi, días antes había llegado a Quisqueya para reunirse con Máximo Gómez y ultimar los preparativos de su próximo regreso a Cuba.
 Eran días difíciles para ellos, por la presión que el gobierno español ejercía sobre los gobernantes del área para impedir que ellos lograran llegar a Cuba era muy fuerte.
 Se hospedaron en la casa que Máximo Gómez ciudad y en un principio le acompañaba Manuel Mantilla Miyares, hijo de Carmen Miyares quien pretendía acompañarlo es esta expedición a Cuba, su delicada salud pulmonar hizo que Martí convenciera al joven para que regresara a Nueva York junto a su familia y pocos meses después falleció de tuberculosis.
 De esa estancia en Montecristi data la última foto de José Martí junto a Manolito, en la que el Apóstol aparece demacrado tal vez por el estresante ajetreo conspirativo.
 “Víspera de un largo viaje…” como le escribiera su hijo José Francisco en su última carta fechada aquel día, su incansable pluma se dedicó a despedirse de sus grandes afectos, incluyendo a su madre a la que escribe  una hermosa carta  de despedida que debió recibir ella posterior a su muerte, dado los avatares del correo de esta época y en estas circunstancias.
 Este fue el día que redactó el célebre “Manifiesto de Montecristi”, en el que delineaba  las ideas programática de la guerra de independencia de Cuba y la relación de los cubanos con el español que vivía y trabajaba en la isla, ejemplar síntesis de la tolerancia y nobleza Martí y su visión de una Cuba Libre.
 Supongo la larga vigilia del Apóstol entre el día 25 y el 26 de marzo, testigo de la insistencia de Panchito Gómez Toro por acompañarlos a la peligrosa misión de llegar a Cuba, solo la promesa de su padre de que lo mandaría a buscar en cuanto estuvieran creadas las circunstancias, calmaron al impetuoso joven que había fraguado una hermosa amistad con el Apóstol.
 A la madrugada del 26 de marzo abordaron en secreto la goleta que los traería a Cuba, eran además de Martí y Gómez, César Salas, Ángel Guerra y el dominicano Marcos del Rosario, comenzaba un vía crucis de traiciones, y asechos  que culminaron con el azaroso desembarco en Playitas de Cajobabo el 11 de abril de 1895.

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