José
Martí y Manuel Mantilla Miyares
El
25 de marzo de 1895 tiene mucha connotación para la vida de José Martí, estaba
en la pequeña ciudad dominicana de Montecristi, días antes había llegado a
Quisqueya para reunirse con Máximo Gómez y ultimar los preparativos de su
próximo regreso a Cuba.
Eran días difíciles para ellos, por la presión
que el gobierno español ejercía sobre los gobernantes del área para impedir que
ellos lograran llegar a Cuba.
Se hospedaron en la casa que Máximo Gómez
tenía en este pueblo dominicano y en un principio le acompañaba Manuel Mantilla
Miyares, hijo de Carmen Miyares quien pretendía venir en esta expedición
a Cuba, su delicada salud pulmonar hizo que Martí convenciera al joven para que
regresara a Nueva York junto a su familia y pocos meses después falleció de
tuberculosis.
De esa estancia en Montecristi data la última
foto de José Martí junto a Manolito, en la que el Apóstol aparece demacrado tal
vez por el estresante ajetreo conspirativo de los últimos meses.
“Víspera de un largo viaje…” como le
escribiera a su hijo José Francisco en su última carta fechada aquel día, su
incansable pluma se dedicó a despedirse de sus grandes afectos, incluyendo a su
madre a la que escribe una hermosa
carta de despedida que debió recibir
ella posterior a su muerte, dado los avatares del correo de esta época y en
estas circunstancias.
Este fue el día que redactó el célebre
“Manifiesto de Montecristi”, en el que delineaba las ideas programática de la guerra de
independencia de Cuba y la relación de los cubanos con el español que vivía y
trabajaba en la isla, ejemplar síntesis de la tolerancia y nobleza Martí y su
visión de una Cuba Libre.
Supongo la larga vigilia del Apóstol entre el día
25 y el 26 de marzo, testigo de la insistencia de Panchito Gómez Toro por
acompañarlos a la peligrosa misión de llegar a Cuba, solo la promesa de su
padre de que lo mandaría a buscar en cuanto estuvieran creadas las
circunstancias, calmaron al impetuoso joven que había fraguado una hermosa
amistad con el Apóstol.
A la madrugada del 26 de marzo abordaron en
secreto la goleta que los traería a Cuba, eran además de Martí y Gómez, César
Salas, Ángel Guerra y el dominicano Marcos del Rosario, comenzaba un vía crucis
de traiciones, y asechos que culminaron
con el azaroso desembarco en Playitas de Cajobabo el 11 de abril de 1895.
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