viernes, 20 de julio de 2018

NICOLÁS GUILLÉN, EL POETA DE LO POPULAR NACIONAL




 Nicolás Guillén, un mulato de pueblo que nació poeta en su Camagüey raigal nació un 10 de julio de 1902, justo en el año en que nacía la República y en el que los principeños reivindicaran su derecho a llevar el toponímico aborigen de Camagüey.
 Cuando llegó a La Habana enfrentó con talento y valor personal a una sociedad que cargaba aún con los prejuicios de tener en sus calles a los antiguos esclavos de las plantaciones cañeras y a sus descendientes, aún no reivindicados del todo luego de su apoyo decisivo para expulsar a España de Cuba.
  Era el año 1927 cuando el jovencito camagüeyano se traslada a La Habana, ya había dejado atrás una etapa de colaboración y buen periodismo en su ciudad natal y ahora en la capital se une a los más inquietos grupos intelectuales del momento.
Él es parte de una generación despojada del prejuicio frustrante y derrotista de la intervención norteamericana, ellos veían el hecho de otro modo, manteniendo la rebeldía de sus padres insurrectos pero combativos contra los colaboracionistas y el servil pro-hombre de la República que se resignaban a la República a medias que le habían dejado.
 Con su llegada a la capital madura el joven intelectual y su poesía se afilia a los aires vanguardistas que pugnan por imponerse en el ambiente intelectual cubano.
 Su entrada en grande en la literatura y la cultura  nuestra, será desde las páginas del “Diario de la Marina”, con la que colabora en su sección “Ideales de una raza” y fundamentalmente con la publicación en ella de  sus poemas “Motivos del son”[1] que escandalizaron a la conservadora élite intelectual habanera por la forma desenfada de aquel mulato para mostrarnos esa otra cara de Cuba que estaba en los más humildes y que ya algunos en la isla estudiaban como folklor, pero ahora  aparecía en rítmicos y sabrosos poemas que nos hablaban del negro, de su descendiente el mulato y el sufrimiento  bajo una sonrisa de esta gente nuestra, que somos nosotros mismos todos mezclados.
 Con estos ocho poemas y la obra fecunda y prolífera que vendrá después Nicolás Guillén entrará en la cultura cubana arrastrando a su raza hacia el “color cubano” que hoy marca la cultura nacional.
 Tuvo la suerte de ver la Revolución triunfante y de ser no solo un pilar cultural, sino político, de los radicales cambios que este país vivió después de 1959.
Balada de los abuelos
Sombras que sólo yo veo,
me escoltan mis dos abuelos.
Lanza con punta de hueso,
tambor de cuero y madera:
mi abuelo negro.
Gorguera en el cuello ancho,
gris armadura guerrera:
mi abuelo blanco.
Pie desnudo, torso pétreo
los de mi negro;
pupilas de vidrio antártico
las de mi blanco.
África de selvas húmedas
y de gordos gongos sordos…
—¡Me muero!
(Dice mi abuelo negro).
Aguaprieta de caimanes,
verdes mañanas de cocos…
—¡Me canso!
(Dice mi abuelo blanco).
Oh velas de amargo viento,
galeón ardiendo en oro…
—¡Me muero!
(Dice mi abuelo negro.)
¡Oh costas de cuello virgen
engañadas de abalorios…!
—¡Me canso!
(Dice mi abuelo blanco.)
¡Oh puro sol repujado,
preso en el aro del trópico;
oh luna redonda y limpia
sobre el sueño de los monos!
¡Qué de barcos, qué de barcos!
¡Qué de negros, qué de negros!
¡Qué largo fulgor de cañas!
¡Qué látigo el del negrero!
Piedra de llanto y de sangre,
venas y ojos entreabiertos,
y madrugadas vacías,
y atardeceres de ingenio,
y una gran voz, fuerte voz,
despedazando el silencio.
¡Qué de barcos, qué de barcos,
qué de negros!
Sombras que sólo yo veo,
me escoltan mis dos abuelos.
Don Federico me grita
y Taita Facundo calla;
los dos en la noche sueñan
y andan, andan.
Yo los junto.
— ¡Federico!
¡Facundo! Los dos se abrazan.
Los dos suspiran. Los dos
las fuertes cabezas alzan:
los dos del mismo tamaño,
bajo las estrellas altas;
los dos del mismo tamaño,
ansia negra y ansia blanca,
los dos del mismo tamaño,
gritan, sueñan, lloran, cantan.
Sueñan, lloran. Cantan.
Lloran, cantan.
¡Cantan!
Tomado de West Indies Ltd., en Obra poética 1920-1972, La Habana, Instituto Cubano del Libro, 1972.



[1]20 de abril de 1930

No hay comentarios:

Publicar un comentario