Portada de la revista La Edad de Oro
Cuatro números, el primero en Julio de 1889
Hace
129 años apareció en Nueva York una singular revista dedicada a los niños,
escrita íntegramente por José Martí y costeada por un comerciante brasileño radicado
en esta ciudad, Antonio da Costa Gómez
Corría el mes de julio de 1889 y el Apóstol
estaba inmerso en su labor organizativa
para lograr la unidad de los patriotas cubanos en busca de la tan anhelada
independencia de la isla; pese a ello dedicó un tiempo para realizar uno de sus
sueños intelectuales, escribir una revista para los niños y jóvenes.
¿Qué
lo inspiró hacer una publicación dirigida a los niños de América Latina? La
necesidad de hacer una publicación distinta a las que se estilaba para los
niños de la época, en la que junto a las enseñanzas éticas y pedagógicas, el
lector aprendiera de la historia de su continente, desde sus orígenes hasta las
luchas independentistas, enfatizando en el compromiso que como latinoamericanos
tenían, además de estar al tanto de los grandes logros en las ciencias y las
técnicas del momento.
Si para él esa América mestiza tenía mucho de
que enorgullecerse, mucho más importante era garantizar que las nuevas
generaciones fueran conciente de su responsabilidad con sus pueblos, todo esto
escrito de un modo novedoso, sencillo, sin caer en maniqueísmos, tratando al
niño y al adolescente con la seriedad y el respeto que merecían.
Qué modo más hermoso de contarles sobre los
pueblos originarios de América en “Las
ruinas indias”, donde la cultura de esas grandes naciones amerindias se describen con sus luces y sombras, pero
con el orgullo de tenerlas como pasado vivo en una época en que muchos
intelectuales de este continente se avergonzaban de sus orígenes ancestrales.
A las luchas independentistas en América
dedicó uno de sus más hermosos trabajos aparecido en “La Edad de Oro”, “Tres
héroes; en el que partiendo de
las figuras de Simón Bolívar, José de San Martín y el cura mexicano Miguel
Hidalgo, resalta con sentidas palabras, en las que no esconde su orgullo, las
hazañas de los pueblos latinoamericanos por sacudirse el yugo español.
No se detuvo aquí y en el breve espacio de los
cuatro número que pudieron publicarse de la revista, les habla a los infantes
sobre la revolución científico técnica que se generaba en los grandes centros
del capitalismo, resaltando los cambios que se producían, su utilidad y el
provecho que podían sacar los pueblos de nuestra América si sabían poner estas
fuerzas al servicio del progreso social, y junto a estas temáticas las
narraciones y poemas de hermosa factura y acabada intencionalidad ética en el
que su exaltación de la bondad como condición del ser humano se contrapone al
racismo, el egoísmo, la avaricia, las ansias de poder y otros muchos
antivalores que tienen por antídoto el “bien”.
Este es el proyecto de José Martí para los
niños de América Latina, la revista “La
Edad de Oro” recopilada hoy en un libro de cabecera del niño
y el adolescente cubano y en el que están expresados sus sueños de creador.
Por último queremos transcribir un fragmento
del prólogo que escribiera el Maestro para el primer número de la revista:
A
los niños que lean “LA EDAD DE
ORO”
Para
los niños es este periódico, y para las niñas, por supuesto. Sin las niñas no
se puede vivir, como no puede vivir la tierra sin luz. El niño ha de trabajar,
de andar, de estudiar, de ser fuerte, de ser hermoso: el niño puede hacerse
hermoso aunque sea feo; un niño bueno, inteligente y aseado es siempre hermoso.
Pero nunca es un niño más bello que cuando trae en sus manecitas de hombre
fuerte una flor para su amiga, o cuando lleva del brazo a su hermana, para que
nadie se la ofenda: el niño crece entonces, y parece un gigante: el niño nace
para caballero, y la niña nace para madre. Este periódico se publica para
conversar una vez al mes, como buenos amigos, con los caballeros de mañana, y
con las madres de mañana; para contarles a las niñas cuentos lindos con que
entretener a sus visitas y jugar con sus muñecas; y para decirles a los niños
lo que deben saber para ser de veras hombres. Todo lo que quieran saber les
vamos a decir, y de modo que lo entiendan bien, con palabras claras y con
láminas finas. Le vamos a decir cómo está hecho el mundo: les vamos a contar
todo lo que han hecho los hombres hasta ahora para eso se publica LA EDAD DE ORO: para que los
niños americanos sepan cómo se vivía antes, y se vive hoy, en América, y en las
demás tierras: y cómo se hacen tantas cosas de cristal y de hierro, y las
máquinas de vapor, y los puentes colgantes, y la luz eléctrica; para que cuando
el niño vea una piedra de color sepa por qué tiene colores la piedra y qué
quiere decir cada color; para que el niño conozca los libros famosos donde se
cuentan las batallas y las religiones de los pueblos antiguos. Les hablaremos
de todo lo que se hace en los talleres, donde suceden cosas más raras e
interesantes que en los cuentos de magia, y son magia de verdad, más linda que
la otra: y les diremos lo que se sabe del cielo, y de lo hondo del mar y de la
tierra: y les contaremos cuentos de risa y novelas de niños, para cuando hayan
estudiado mucho, o jugado mucho, y quieran descansar. Para los niños
trabajamos, porque los niños son los que saben querer, porque los niños son la
esperanza del mundo. Y queremos que nos quieran, y nos vean como cosa de su
corazón.
...
Lo que queremos es que los niños sean felices,
como los hermanitos de nuestro grabado; y que si alguna vez nos encuentra un
niño de América por el mundo, nos apriete mucho la mano, como a un amigo viejo,
y diga donde todo el mundo lo oiga: “¡Este hombre de La Edad de Oro es mi amigo!”
La Edad de Oro Nº 1 Julio, 1889
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