martes, 10 de julio de 2018

“LA EDAD DE ORO”, LA REVISTA DE MARTÍ

Portada de la revista La Edad de Oro
Cuatro números, el primero en Julio de 1889



Hace 129 años apareció en Nueva York una singular revista dedicada a los niños, escrita íntegramente por José Martí y costeada por un comerciante brasileño radicado en esta ciudad, Antonio da Costa Gómez

 Corría el mes de julio de 1889 y el Apóstol estaba inmerso en su labor  organizativa para lograr la unidad de los patriotas cubanos en busca de la tan anhelada independencia de la isla; pese a ello dedicó un tiempo para realizar uno de sus sueños intelectuales, escribir una revista para los niños y jóvenes.

¿Qué lo inspiró hacer una publicación dirigida a los niños de América Latina? La necesidad de hacer una publicación distinta a las que se estilaba para los niños de la época, en la que junto a las enseñanzas éticas y pedagógicas, el lector aprendiera de la historia de su continente, desde sus orígenes hasta las luchas independentistas, enfatizando en el compromiso que como latinoamericanos tenían, además de estar al tanto de los grandes logros en las ciencias y las técnicas del momento.

 Si para él esa América mestiza tenía mucho de que enorgullecerse, mucho más importante era garantizar que las nuevas generaciones fueran conciente de su responsabilidad con sus pueblos, todo esto escrito de un modo novedoso, sencillo, sin caer en maniqueísmos, tratando al niño y al adolescente con la seriedad y el respeto que merecían.

 Qué modo más hermoso de contarles sobre los pueblos originarios de América en  “Las ruinas indias”, donde la cultura de esas grandes naciones amerindias  se describen con sus luces y sombras, pero con el orgullo de tenerlas como pasado vivo en una época en que muchos intelectuales de este continente se avergonzaban de sus orígenes ancestrales.

  A las luchas independentistas en América dedicó uno de sus más hermosos trabajos aparecido en “La Edad de Oro”, “Tres héroes;  en el que partiendo de las figuras de Simón Bolívar, José de San Martín y el cura mexicano Miguel Hidalgo, resalta con sentidas palabras, en las que no esconde su orgullo, las hazañas de los pueblos latinoamericanos por sacudirse el yugo español.

 No se detuvo aquí y en el breve espacio de los cuatro número que pudieron publicarse de la revista, les habla a los infantes sobre la revolución científico técnica que se generaba en los grandes centros del capitalismo, resaltando los cambios que se producían, su utilidad y el provecho que podían sacar los pueblos de nuestra América si sabían poner estas fuerzas al servicio del progreso social, y junto a estas temáticas las narraciones y poemas de hermosa factura y acabada intencionalidad ética en el que su exaltación de la bondad como condición del ser humano se contrapone al racismo, el egoísmo, la avaricia, las ansias de poder y otros muchos antivalores que tienen por antídoto el “bien”.

 Este es el proyecto de José Martí para los niños de América Latina, la revista “La Edad de Oro” recopilada hoy en un libro de cabecera del niño y el adolescente cubano y en el que están expresados sus sueños de creador.

 Por último queremos transcribir un fragmento del prólogo que escribiera el Maestro para el primer número de la revista:

A los niños que lean “LA EDAD DE ORO”
Para los niños es este periódico, y para las niñas, por supuesto. Sin las niñas no se puede vivir, como no puede vivir la tierra sin luz. El niño ha de trabajar, de andar, de estudiar, de ser fuerte, de ser hermoso: el niño puede hacerse hermoso aunque sea feo; un niño bueno, inteligente y aseado es siempre hermoso. Pero nunca es un niño más bello que cuando trae en sus manecitas de hombre fuerte una flor para su amiga, o cuando lleva del brazo a su hermana, para que nadie se la ofenda: el niño crece entonces, y parece un gigante: el niño nace para caballero, y la niña nace para madre. Este periódico se publica para conversar una vez al mes, como buenos amigos, con los caballeros de mañana, y con las madres de mañana; para contarles a las niñas cuentos lindos con que entretener a sus visitas y jugar con sus muñecas; y para decirles a los niños lo que deben saber para ser de veras hombres. Todo lo que quieran saber les vamos a decir, y de modo que lo entiendan bien, con palabras claras y con láminas finas. Le vamos a decir cómo está hecho el mundo: les vamos a contar todo lo que han hecho los hombres hasta ahora para eso se publica LA EDAD DE ORO: para que los niños americanos sepan cómo se vivía antes, y se vive hoy, en América, y en las demás tierras: y cómo se hacen tantas cosas de cristal y de hierro, y las máquinas de vapor, y los puentes colgantes, y la luz eléctrica; para que cuando el niño vea una piedra de color sepa por qué tiene colores la piedra y qué quiere decir cada color; para que el niño conozca los libros famosos donde se cuentan las batallas y las religiones de los pueblos antiguos. Les hablaremos de todo lo que se hace en los talleres, donde suceden cosas más raras e interesantes que en los cuentos de magia, y son magia de verdad, más linda que la otra: y les diremos lo que se sabe del cielo, y de lo hondo del mar y de la tierra: y les contaremos cuentos de risa y novelas de niños, para cuando hayan estudiado mucho, o jugado mucho, y quieran descansar. Para los niños trabajamos, porque los niños son los que saben querer, porque los niños son la esperanza del mundo. Y queremos que nos quieran, y nos vean como cosa de su corazón.
...
 Lo que queremos es que los niños sean felices, como los hermanitos de nuestro grabado; y que si alguna vez nos encuentra un niño de América por el mundo, nos apriete mucho la mano, como a un amigo viejo, y diga donde todo el mundo lo oiga: “¡Este hombre de La Edad de Oro es mi amigo!”

La Edad de Oro Nº 1 Julio, 1889


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