La
Revolución Cubana triunfante en 1959 constituye el hecho histórico más
importante de la historia contemporánea de la isla, con la llegada al poder de
los revolucionarios encabezados por Fidel Castro y las grandes transformaciones
que han desarrollado en el curso de estos casi sesenta años.
El hecho mismo de estar inmersos en las
grandes transformaciones que se produjeron es este período histórico, ha
detenido a pocos estudiosos en la periodización sistemática de este
acontecimiento.
He aquí un intento que pretende dar
organicidad a la historia de una Revolución aún viva y con la disposición
dialéctica al cambio:
Período
Fundacional (1959-1971)
Caracterizado
por la radicalización de los procesos histórico que se dan: el enfrentamiento
con la oligarquía nacional y las fuerzas imperialistas de los Estados Unidos,
convertido desde los primeros meses del triunfo revolucionario en el mayor
adversario del proceso de cambio; la Ley de Reforma Agraria, la campaña de
alfabetización, las primeras nacionalizaciones a los colaboradores de la
dictadura de Batista.
El
enfrentamiento a la violencia contrarrevolucionaria, creación de las milicias,
los Comités de Defensa de la Revolución, los órganos de seguridad del país, la
derrota de la invasión mercenaria en Playa Girón, la Crisis de Octubre, la
lucha contra bandido.
El establecimiento de vínculos políticos y
económicos con la Unión Soviética y el Campo Socialista, el bloqueo económico
de los Estados Unidos y la amplia ayuda en todas la esferas de estas naciones
para permitir la sobrevivencia de la Revolución que al mismo tiempo crearon relaciones
políticas y económicas que frenaron el impulso liberal y democráticos de la
Revolución.
Es el período más rico y menos sistematizado
de la Revolución
El momento de cambio de este período está dado
por el fracaso de la “Zafra de los 10 Millones” (1969-1970) y la “rectificaciones” posteriores en las esferas
de la ideología, la economía.
La
Institucionalización (1971-1980)
En lo económico significó la incorporación de
Cuba al bloque económico soviético del CAME[1]
con su controvertida “división socialista del trabajo”, que acentuó a Cuba en
su papel histórico de país monoproductor de materia prima, con una excesiva
participación del estado en la gestión económica.
Se creó una estructura estatal vertical y
rígida que fortaleció el estado burocrático centralizado; la creación de una
estructura estatal y política semejante a la de sus homólogos socialistas; la
ideologización de la sociedad cubana y el intento de crear una cultura “nueva”
con muchos rasgos del realismo socialista, excluyente y sectario.
El momento de cambio de este período está dado
por el fracaso del reencuentro con la Comunidad Cubana en los Estados Unidos,
su influencia en los sectores marginados, afectado y excluidos y por las
políticas de lucha contra el diversionismo ideológico, con su momento más
álgido en la “Crisis del Mariel” y la ocupación de la embajada de Perú por miles
de personas que querían abandonar el país.
La
rectificación de errores (1980-1991)
El tercer período está marcado por el término
de las misiones internacionalistas en África, el proceso de rectificación de
errores, los sucesos en la URSS y en los países del Campo Socialista de Europa.
Fue un período en que el estado cubano logró
una estabilidad económica y social basada en el sistema de cooperación con el
CAME, con estándares de vida, educación, salud y bienestar aceptables,
sostenidos por la “ayuda” económica del Campo Socialista y una frágil economía
interna, monoproductora, todo el peso
del sistema ideológico-burocrático fortalecido
y en alza.
La desaparición del Campo Socialista y de la
Unión Soviética, con la pérdida de los sistemas preferenciales y subsidiados
que habían beneficiado a Cuba provocó una brusca caída en los niveles de vida y
en la economía del país dando paso al momento más duro del proceso
revolucionaria: El Período Especial
El Período Especial (1991- 2000)
Tentativamente puede hacerse un cierre al
término de la década de los 90, aunque el siglo XXI cubano es una historia en
desarrollo.
La pérdida de los mercados socialistas dejó a
Cuba paralizada, sin combustible, ni abastecimientos, sobreviviendo con la
cuenta diaria y con el liderazgo de un Fidel que puso en función de su pueblo
su inteligencia para impedir el caos.
La confianza en Fidel, sobretodo, hizo que
este pueblo siempre supiera a qué atenerse en aquellos duros momentos.
En medio de tantas penurias el Período
Especial le dejó al pueblo cubano la lección de lo que podía hacer por sí solo,
con la inventiva, confianza en sí mismo y su potencial cultural y educativo,
para salvar un proyecto en esencia noble y participativo.
Volvimos a descubrir que podíamos hacer muchas
cosas, sin el estado, fuimos más libre, valoramos mucho más lo que habíamos
alcanzado, pero exigimos nuestra posibilidad de participación e integración en
nuestra sociedad.
El estado no se debilitó, se hizo más
democrático, apareció la sociedad civil cubana fuera de las rígidas
organizaciones políticas y de masas, ganaron en visibilidad los religiosos, los
grupos marginados de todo tipo y la presión sobre el estado vertical y centralizador
ha sido mayor.
Defectos muchísimos, los valores humanos
salieron dañados de este período duro de nuestra historia, el egoísmo, el
individualismos enfermizo, la prostitución, el juego, las indisciplinas
sociales y la corrupción en los estamentos estatales se hicieron presente, pero
el pueblo y su Revolución salió de lo peor, y pudo lograr “conservar las
conquistas del socialismo”, ese pedido que en los días más difíciles del
Período Especial, nos hizo Fidel.
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