En 1962 las autoridades cubanas deciden dar una batida definitiva a los
bandidos en el Escambray, para ello en principio trajeron a la zona fuerzas de
milicias de otros territorios del país pero, dado lo costoso de este proceder,
la falta de especialización en la guerra irregular en estos intrincados parajes
y el desconocimiento de la zona, se decidió en junio de 1962 crear el Buró y
las Tropas de Lucha Contra
Bandidos(LCB), integrada por hombres de la región, con conocimientos del
territorio, entrenados y armados, lo que unido a su valor personal y alta moral
combativa, permitió ir batiendo a los diseminados grupos que afectaban la
serranía del Escambray.
Durante este año de 1962 se
acrecentó la agresividad de los enemigos de la Revolución, encabezados
por el gobierno de los Estados Unidos. Cuba continuó en pie de guerra,
mejorando cada día más su capacidad combativa, reorganizando sus fuerzas
armadas, con un moderno equipamiento bélico y asesoría de militares soviéticos.
El apoyo soviético incluyó la
gradual y riesgosa instalación en Cuba de misiles estratégicos de mediano
alcance con cabezas nucleares, atendidos directamente por las fuerzas militares
de ese país. Secretamente fueron llegando a Cuba durante el año 1962, con
autorización del gobierno de Cuba que estaba convencido de la posibilidad de
una agresión directa de los Estados Unidos.
El descubrimiento de esta
operación en octubre de 1962, por los organismos de inteligencia
norteamericanos, provocó que el presidente Kennedy decretara el bloqueo naval y
aéreo de la isla para impedir que continuaran llegando los misiles y con ellos
cualquier ayuda al país.
La tensión en el área del Caribe
subió al máximo, en Cuba se decretó la movilización general de todas las
fuerzas, igual paso dieron los soviéticos y el mundo se vio abocado a un
imprevisible choque entre las dos mayores potencias nucleares de la época, en
un episodio que ha pasado a la historia como la “Crisis de Octubre” o “Crisis
de los Misiles”.
Con la mediación de las Naciones
Unidas, los Estados Unidos y la URSS iniciaron conversaciones
sin la presencia de Cuba; por su parte el gobierno cubano proclama a través de
su Primer Ministro Fidel Castro su derecho a defenderse, proponiendo una
plataforma de entendimiento de cinco puntos, que abarca desde el cese del
bloqueo económico, fin de las actividades subversivas contra la Revolución y la
retirada de los Estados Unidos de la ilegal base naval de la bahía de
Guantánamo.
Los cinco puntos cubanos no
fueron tomados en cuenta por las grandes potencias que se atuvieron a garantizar
su seguridad interna con la retirada mutua de misiles de corto alcance de las
fronteras de ambos y una promesa formal del gobierno de los Estados Unidos de
que no agrediría directamente a Cuba, a cambio de la retirada de los cohetes
nucleares de la isla.
La Crisis de Octubre provocó
una aguda divergencia entre el Gobierno Revolucionario de Cuba y las
autoridades soviéticas. Cuba no estuvo de acuerdo en la manera en que se manejó
la crisis, ni con las frágiles garantías que daba el gobierno de los Estados
Unidos, por lo que sus relaciones con la dirección de la Unión Soviética, aunque
siguieron siendo cordiales, se enfriaron.
La dirección de la Revolución llegó al
convencimiento realista y objetivo de que la defensa de la soberanía nacional y
las conquistas alcanzadas por el pueblo, pasaban por su capacidad de
defenderse.
En 1964 las fuerzas
revolucionarias habían neutralizado el terror contrarrevolucionario y el país
pudo tomarse un respiro para dedicarse al desarrollo económico. La producción
de azúcar de caña continuó siendo la principal fuente de ingreso del país. Los
esfuerzos del estado fueron encaminados a recuperar la capacidad productiva de
la industria azucarera con vista a estabilizar zafras grandes que permitieran
al gobierno cumplir sus compromisos principalmente con la Unión Soviética y los países
socialistas. Hacer una zafra en Cuba por
estos años era muy duro, porque las principales faenas agrícolas había que
hacerlas a mano desde el cultivo al corte y ya no había una mano de obra “sobrante” que se ocupara de las duras faenas
del corte.
La solución hubo que hallarla en la
movilización de miles de voluntarios de todo el país para hacer la “Zafra del
Pueblo”, con un alto costo en el aseguramiento material de los trabajadores y
una productividad no muy alta, donde la compulsión ideológica suplía la
destreza y la calidad del trabajo.
Este período 65-70 estuvo
caracterizado por el idealismo que primó en la aplicación de las políticas
económicas y sociales, que repercutieron en etapas posteriores de nuestra
historia. Se implanta el sistema de financiamiento presupuestario acompañado de
un nuevo registro económico, precedido por la erradicación de toda forma de
intercambio mercantil: se suprimieron los cobros y pagos inter empresariales a
partir de 1967; se elimina el presupuesto estatal, sustituido por una
asignación para pagos de salarios y las relaciones de compra y venta con el
sector privado.
En lo social se incrementan las
gratuidades. Muchas de ellas excesivas, se eliminan casi todos los impuestos y
se desconoce la fórmula de distribución socialista[1],
sustituida por un igualitarismo en la distribución de beneficios que desestimuló
el trabajo como fuente de ingreso, lo que agudiza los problemas de la
disciplina laboral y social.
La sociedad cubana vivió una
utopía que requería de una base económica para sostenerse, pero que el Gobierno
Revolucionario concedió sostenido en buena parte por la ayuda incondicional y
abundante de la Unión Soviética
y los países socialistas. La crisis que esto provocó en la sociedad cubana
condujo a la falta de organización y control de la producción, aumento del
ausentismo, estancamiento y disminución de la producción, devaluación del valor
real del dinero y una gran inflación.
En 1968 se desmantela el grupo de
la “micro fracción”, peligroso movimiento surgido dentro del partido[2],
que pretendía una “rectificación” del rumbo socialista, conspirando para
desplazar de la dirección del estado a los líderes históricos de la Revolución
y que contó con el apoyo de algunos sectores de la dirección partidista y del
gobierno soviético.
En marzo de este mismo año se produce
la “ofensiva revolucionaria” que termina con los vestigios de la propiedad
privada que sobrevive en el país: comercios minoristas, centros gastronómicos,
cafeterías, clubes nocturnos, pequeños talleres, puestos de frita, etc., era el
modo de enfrentar la especulación y el desabastecimiento que tiene en crisis la
gastronomía y los servicios en todo el país.
Por estos mismos meses se produce
la intervención del ejército soviético en Checoslovaquia para abortar un
movimiento reformista que amenazaba con abolir el socialismo en ese país. Este
hecho provocó una crisis de confianza dentro del movimiento progresista
internacional y en Cuba motivó en Fidel una reflexión medular al preguntarse si
la Unión Soviética
estaba dispuesta a hacer lo mismo por Vietnam, por Corea o por Cuba en caso de
agresión, teniendo en cuenta que estos países quedaban muy lejos de la frontera
de la URSS y
fuera del Pacto de Varsovia.
Una de las causas más nobles que defendió el pueblo cubano en este
período fue la del pueblo vietnamita, enfrascado en su guerra de liberación
nacional contra la ocupación norteamericana de la parte sur de su territorio.
Cuba se convierte en el centro de la solidaridad mundial con el pueblo de
Vietnam.
Por estos años se organizan en La
Habana grandes reuniones de revolucionarios de todo el mundo para coordinar
acciones conjuntas contra la reacción imperialista en sus diversas formas: En
1966 se convoca el Congreso Tricontinental que reúne a líderes del tercer
mundo; en 1967 la Organización
Latinoamericana de Solidaridad y en 1968, el Congreso
Cultural de La Habana, al que asisten relevantes figuras de la izquierda de
todo el mundo.
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