Fidel en Girón, abril de 1961
Mientras el gobierno de los
Estados Unidos arrecia su campaña para lograr la condena y el aislamiento de
Cuba en el ámbito latinoamericano, al tiempo que aplica medidas punitivas contra
el país por el “peligro que representaba su gobierno”.
La dependencia económica de Cuba de los
mercados yanquis es utilizada por el gobierno de ese país para dificultar los
suministros de combustibles a la isla. Ante esta situación el Gobierno
revolucionario acepta la oferta de la Unión Soviética de enviar
petróleo a Cuba, en el mes de abril de 1960 llega el primer barco con el
combustible ofrecido y las compañía extranjeras dueñas de la refinería del
país, se niegan a refinar el crudo, por lo que el estado cubano decide
intervenir estas plantas el 1º de julio de 1960, iniciándose una cadena de
confrontaciones directas con las compañías extranjeras radicadas en la isla, en
su mayoría estadounidenses.
La reacción del gobierno de los Estados Unidos
fue la suspensión de la cuota azucarera cubana en el mercado norteamericano, 2
de julio de 1960, cuota que de inmediata fue asumida por los soviéticos. La
cuota azucarera cubana en el mercado norteamericano tenía un peso vital en la
economía cubana y la supresión de esta era un duro golpe al país. Se iniciaba
el bloqueo económico como medida coercitiva para rendir por hambre al pueblo
cubano.
La contra-respuesta cubana contundente y
radical, el 6 de agosto se dispone la nacionalización de la mayor parte de las
compañías extranjeras, casi todas de capital estadounidense: Cubana de Electricidad,
Cuban Telephone Company, las empresas petroleras Esso, Texaco y Sinclair y los
36 centrales azucareros propiedad de estadounidenses en Cuba. La resolución
establecía la indemnización del 2 % anual de los bonos que vencería a los 50
años.
Pasaban a manos del estado cubano propiedades
que alcanzaban un valor superior a los 700 millones de dólares, lo que agudizó
la confrontación entre la Revolución Cubana
y su principal enemigo el gobierno de los Estados Unidos.
Ese mismo mes de agosto los Estados Unidos
logran una declaración de condena a Cuba en la reunión de Cancilleres de la Organización de
estados Americanos (OEA) efectuada en San José, Costa Rica; la delegación
cubana se retira y la respuesta llega de forma multitudinaria cuando el 2 de
septiembre el pueblo aprueba la Primera
Declaración de La Habana, leída por Fidel Castro y en la que
se hace una clara denuncia a la situación de explotación imperante en los
países de la América Latina.
El 26 de septiembre Fidel viaja a Nueva York
para hablar ante la Asamblea General
de Naciones Unidas, allí denuncia las agresiones terroristas que parten de
territorio norteamericano y el apoyo y abrigo que ese gobierno daba a las
bandas contrarrevolucionarias y a la reacción interna. En el acto de recibimiento
a Fidel en La Habana, el 28 de septiembre, en respuesta al incremento de
sabotajes y acciones contra la Revolución, Fidel anuncia la creación de los
Comités de Defensa de la
Revolución (CDR), la organización más dinámica y popular de la Revolución, base del
sistema participativo defensivo y ejecutivo de la Cuba revolucionaria.
La fuerte oposición del bloque oligárquico y
las dificultades que crean a la economía nacional con sus sabotajes, llevó al
Gobierno Revolucionario a promulgar la
Ley 890 del 13 de octubre de 1960, que nacionaliza 382
empresas de capital nacional, que incluye 105 centrales azucareros, fábricas,
ferrocarriles, grandes almacenes, centrales eléctricas y otros importantes
objetivos económicos. Con esta medida se estataliza el grueso de la economía de
capital cubano, lo que unidos al completamiento de la nacionalización de las
propiedades norteamericanas en Cuba, el 24 de octubre, afianza el control
estatal sobre la economía nacional.
Como respuesta a tales medidas se produce un
recrudecimiento de los sabotajes y enfrentamientos dentro del país, mientras en
el plano internacional los Estados Unidos establece un sistema de sanciones
(bloqueo económico) que implica a terceros países. Cuba se ha visto privada de
sus mercados tradicionales de los cuales dependía de una manera
desproporcionada, provocando que la economía cubana tuviera que sustituir su
tecnología industrial, equipamientos, maquinarias agrícolas, etc., por
suministros procedentes de la Unión
Soviética y los países socialistas europeos. Con ello pudo
sobrevivir al bloqueo, pero no pudo evitar la gestación de un nuevo mecanismo
de dependencia que a la larga afectaría no solo desde el punto de vista económico,
sino político.
Después
del fracaso de la conspiración del presidente dominicano Rafael Leonidas
Trujillo para derrocar a la Revolución
Cubana, fueron apareciendo en la zona del Escambray, en la
entonces provincia de Las Villas, grupos de alzados, alentados por elementos
resentidos del II Frente Escambray, que no estaban de acuerdo con el proceso
revolucionario y desde el primer momento trataron de frenarlo y sabotearlo.
Esas bandas contrarrevolucionarias recibían
avituallamiento logístico de la Agencia
Central de Inteligencia (CIA), a través de organizaciones
opuestas a la Revolución. En
los meses finales de 1960 se produce un incremento de estas actividades armadas
en el Escambray que fueron frenadas por
una amplia ofensiva en los primeros meses del año 1961 por fuerzas conjuntas de
las milicias y las Fuerzas Armadas Revolucionarias (FAR), que derrotaron o
dispersaron a estos grupos armados.
En enero de 1961 el gobierno de los Estados
Unidos rompe sus relaciones diplomáticas con Cuba y prioriza un plan de
invasión directa al país por fuerzas mercenarias entrenadas por la CIA y que tenían por misión el
establecimiento de una “cabeza de playa” para instaurar un gobierno provisional
que pidiera la intervención militar
directa del gobierno de Estados Unidos para derrocar a la Revolución Cubana.
El 15 de abril de 1961 aviones mercenarios
procedentes de bases en Nicaragua y con insignias de las FAR, bombardean los
aeropuertos de Ciudad Libertad en La Habana, San Antonio de los Baños y
Santiago de Cuba, con el objetivo de destruir la mayor parte de los pocos
aviones de combate con los que disponía la Revolución.
Al día siguiente, 16 de abril, en la despedida
de duelo de las víctimas de los bombardeos, Fidel proclama el carácter socialista de la Revolución, como
colofón a la radicalización ascendente que vive el proceso revolucionario.
Se declara la movilización general, la
dirección de la Revolución
comprende que está en marcha una agresión directa y al amanecer del día 17, una
fuerza de tarea formada por cerca de dos
mil hombres, reclutados entre los exiliados cubanos y conformada en su gran
mayoría por antiguos soldados batistianos y afectados por las leyes
revolucionarias, desembarcaron por la
Bahía de Cochinos, al sur de la provincia de Matanzas.
La respuesta fue contundente, todo el país se
puso en pie de guerra y miles de milicianos
marcharon a sus trincheras dispuestos a repeler cualquier golpe, interno
o externo. Mientras en la zona del desembarco el combate fue sin tregua desde
que los invasores pisan tierra y en menos de 72 horas las milicias junto al Ejército
Rebelde y la Policía,
con la dirección en la primera línea de Fidel, derrotan a los mercenarios.
El golpe fue tan demoledor que el presidente
de los Estados Unidos John F. Kennedy, acepta su responsabilidad directa en los
hechos.
Tras la derrota de los invasores los grupos
contrarrevolucionarios del Escambray se reorganizan, pero sin lograr la unidad
bajo un solo mando. La baja catadura moral de sus integrantes, sus ambiciones
personales más el efectivo y decisivo enfrentamiento de las fuerzas revolucionarias,
lo impidieron.
Operaban en bandas pequeñas de gran movilidad,
apoyadas por campesinos de la zona, comprometidos con ellos por vínculos
familiares o por miedo. Su táctica era atacar a la población civil que no
cooperaba con ellos, asaltaban a milicianos aislados tratando de sembrar el
terror y la desmoralización en los pobladores de la zona, evitando el combate
directo con las fuerzas armadas, lo que da la catadura moral de estos hombres y
sus cabecillas.
La composición social de estos alzados era
principalmente de desclasados de todo tipo: lumpen proletario, testaferros de
los antiguos oligarcas, antiguos soldados de la dictadura y otras lacras
sociales, condenadas a desaparecer con la Revolución. La Lucha contra bandidos
fue otro capítulo heroico del pueblo cubano por su derecho a decidir su
destino.
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