viernes, 26 de mayo de 2017

RAÍCES NEGRA DEL SER CUBANO



Desde el siglo XVI la presencia del esclavo africano en Cuba es un hecho consumado, aunque no legal en los primeros tiempos de la conquista, la introducción de estas “piezas de ébano” suplía la falta de mano de obra en la isla en las actividades domésticas y de subsistencia económica.

 Exterminada casi por completo la población aborigen de la isla, la presencia del esclavo africano era una figura común en la colonia de Cuba durante estos primeros años, pero en condiciones de servidumbre patriarcal, que le permitió a muchos lograr su libertad y mezclase con la población blanca y aborigen remanente, por lo que en el siglo XVII, la presencia africana está asentada y en franco proceso de acriollamiento.

 Tal es así que en el Sínodo de Santiago de Cuba, efectuado en 1681 la Iglesia Católica en la isla acuerda  que todas las parroquias lleven por separado dos libros: uno para el bautizo, casamiento y defunciones de españoles, entiéndase los blancos, y un segundo libro para inscribir a los negros, mulatos, indios, ya fueren libres o esclavos. La Real Cédula de 1682 aprueba las disposiciones  de la Iglesia y concede al amo dos meses para la inscripción de sus esclavos.

 A partir de ese momento el esclavo debía inscribirse con un nombre “cristiano” y el apellido del amo, despojándolo de su vida pasada.

 De este mismo siglo XVII surge la bárbara costumbre de “Carimbar”, marcar al esclavo africano, costumbre introducida por la monarquía española para distinguir a los esclavos traídos “legalmente” de los que eran introducidos de contrabando. En el siglo XVIII cubano se hizo una costumbre marcar doble al esclavo, primero por el contratista y luego por la Real Contaduría. Esta marca no difería de la que se hacía al ganado, al rojo vivo el hierro  quedaba en el hombro o el omoplato del infeliz que ya había dejado su condición humana en el cruce del océano para ser ahora una bestia de trabajo, pero bautizado bajo preceptos cristianos.

 En 1784 fue abolida esta práctica inhumana, aunque aún era muy común a mediados del siglo XIX, por aquello de que la Ley se acata pero no se cumple, como ocurrió con la Trata de Esclavos prohibida  en 1820, pero permitida por las autoridades españolas de la isla, que se enriquecieron con el negocio negrero que subsistió hasta bien entrado el siglo XIX.


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