martes, 23 de mayo de 2017

MI BANDERA

En los primeros años del siglo XX  para la sociedad cubana recien salida de una devastadora guerra, lo más importante era la  conquista de una PATRIA en una isla que hasta esos momentos era tenida como un emporio de riquezas, fundamentalmente para su poderosa oligarquía formada por criollos y peninsulares que en base a la producción azucarera había hecho fortuna y creado un estado social de bienestar alrededor de La Habana y los grandes centros de población del país, fuera de allí, en las zonas rurales reinaba la miseria más aguda para una población negra y mestiza fundamentalmente.
 Ellos fueron la base del Ejército Libertador y los seguidorres más radicales de las ideas de independencia e igualdad social predicadas por José Martí.
 En realidad la necesidad de un cambio social junto con la conquista de la patria era el sueño más caro de la mayoritaria población humilde de la isla y la emigración revolucionaria que con su sustento  y participación directa había contribuido a fomentar la Revolución independentista liderada por Martí.
 Todo eso se frustró con la ocupación norteamericana en 1 de enero de 1899 y las autoridades de ocupación tenían por fin fundamental, preparar las condiciones para la permanencia de Cuba del modo más estrecho posible en la esfera de influencia norteamericana.
 Mirado desde estas circunstancias la República que nació el 20 de mayo de 1902 no fue a consecuencia de la buena voluntad de los yanquis sino a pesar dé, porque la resistencia a la anexión y el deseo de tener independencia primaba por encima de los beneficios materiales que una anexión podía dar, por eso puedo entender las palabras de Máximos Gómez al izar la bandera cubana en el Palacio de los Capitanes Generales: "Hemos llegado", aquel estatus de República tutelada fue lo más "provechoso" conseguido por los cubanos y el servilismo de las clases políticas de la época y su modo de hacer política para sí acabó frustrando los sueños de Martí de construir una República, "con todos y para el bien de todos".
 Ese estado de frustración lo refleja el triste y hermoso poema de Bonifacio Byrne, "Mi Bandera" , tras la frustración de su letra, la rebeldía del cubano que había peleado duro y sacrificado mucho por aquella independencia:



Al volver de distante ribera,
con el alma enlutada y sombría,
afanoso busqué mi bandera
¡y otra he visto además de la mía!
¿Dónde está mi bandera cubana,
la bandera más bella que existe?
¡Desde el buque la vi esta mañana, 
y no he visto una cosa más triste... !
Con la fe de las almas austeras,
hoy sostengo con honda energía,
que no deben flotar dos banderas
donde basta con una: ¡la mía!
En los campos que hoy son un osario
vio a los bravos batiéndose juntos,
y ella ha sido el honroso sudario de
los pobres guerreros difuntos.
Orgullosa lució en la pelea, 
sin pueril y romántico alarde;
¡al cubano que en ella no crea 
se le debe azotar por cobarde!
En el fondo de obscuras prisiones 
no escuchó ni la queja más leve, 
y sus huellas en otras regiones
son letreros de luz en la nieve...
¿No la veis? Mi bandera es aquella 
que no ha sido jamás mercenaria,
y en la cual resplandece una estrella, 
con más luz cuando más solitaria.
Del destierro en el alma la traje
entre tantos recuerdos dispersos,
y he sabido rendirle homenaje 
al hacerla flotar en mis versos.
Aunque lánguida y triste tremola,
mi ambición es que el Sol, con su lumbre,
la ilumine a ella sola, ¡a ella sola!
en el llano, en el mar y en la cumbre.
Si deshecha en menudos pedazos 
llega a ser mi bandera algún día...
¡nuestros muertos alzando los brazos
la sabrán defender todavía!...

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