Tratar
de justificar determinadas actitudes de figuras en la Historia, es tergiversar
una realidad que aunque lejana en el tiempo aún repercute en la Cuba de hoy.
El señor López llegó a Cuba después de
abandonar su patria Venezuela, donde militó en las fuerzas colonialistas
españolas, tras un breve paso por el ejército monárquico en la península llega
a Cuba en 1840 al servicio del Capitán General Gerónimo Valdés, quien le confió
la dirección de Matanzas y Trinidad.
Con la llegada del Capital General O´Donell
este destituyó a López de todos sus cargo entrando en contacto con los grupos
del centro de las isla, sobre todo Trinidad, preocupados con la posible
abolición de la esclavitud en Cuba, fuente de riqueza de la oligarquía criolla,
temerosa de que España cediera ante la apremiante exigencia de Inglaterra para
abolir la Trata en la colonia española de Cuba.
La mirada de estos señores, veladores de sus
riquezas, amasadas con el sudor y la sangre de millares de esclavos africanos,
se vuelven a los Estados Unidos que toleraba un Sur Esclavista al que aspiraban
unirse estos “criollos” para no perder esclavos y fortuna.
Esta es la esencia de la conspiración de
antiespañola de la “Mina de la Rosa Cuba” en la que están envuelto López y
otros conspiradores de rico linaje criollo, más preocupados del bolsillo que de
la identidad naciente y en formación.
Descubiertos los planes conspirativos Narciso
López se exilia en los Estados Unidos contactando en ese país con otros que
como él desean cambiar la metrópoli y asegurar el futuro de su clase.
Así nacieron sus planes conspirativos y sus
dos expediciones, plagadas de mercenarios dispuestos a hacer realidad la
anexión a los Estados Unidos.
Sus aventureros planes terminaron con su
captura y fusilamiento por el gobierno colonial español en 1851 y su
crecimiento a la figura de “patriota” de una isla a la que no quiso libre, sino
parte de otro país que la ambicionaba desde su nacimiento como estado.
La leyenda de López, el anexionista y
aventurero, se afinca en la creación del estandarte de nuestra Cuba, la bandera
de la estrella solitaria, soñada por él (según Cirilo Villaverde) y diseñada
por el noble Miguel Teurbe Tolón.
Mostrada en Nueva Orleans en la campaña para
recaudar fondos para la primera expedición de López y puesta a ondear en
Cárdenas por pocas horas, ante la indiferencia de una población que al saber
sus favoritismo por el mantenimiento de la esclavitud, le dio la espalda, por
lo que tuvo que abandonar la ciudad, era un 19 de mayo y los cubanos en la
República instituyeron ese día como el “Día de la bandera”
Pocos años después los hermanos Agüero en Camagüey
murieron por esa bandera, pero lo primero que hicieron al alzarse fue liberar a
sus esclavos y hacer causa por Cuba independiente.
Enarbolando este argumento la Asamblea de Güimaro
(abril de 1869) a instancia de los patriotas camagüeyanos, encabezados por
Ignacio Agramonte, proponen que la bandera traída por López fuera proclamada
como enseña nacional, porque por ella se derramó la primera sangre por la
independencia.
Aceptada la propuesta, la bandera que trajo
López se dignificó por el sentido nacional, su convocatoria al sacrificio y la
representación de la soberanía por la que lucharon y murieron miles de cubanos
en dos cruentas guerras.
¿Era
esta la bandera de López?, Sí porque no se le cambio su diseño, no porque no
era el apañado pretexto para cambiar de amo. Miles han muerto por ella desde
entonces, millones la aceptamos orgullosos como nuestro símbolo, por eso es la
bandera que se dieron los cubanos en su búsqueda de la libertad y no el pendón
aventurero de un anexionista interesado en perpetuarnos como esclavos.
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