jueves, 22 de septiembre de 2016

UN COMENTARIO AL ARTÍCULO “LA FUTURA ESCLAVITUD” DE JOSÉ MARTÍ





Cada cierto tiempo hay un sesudo que “descubre” algún fragmento de la escritura de Martí que se amolda a sus intereses y enseguida corren esos fragmentos por esta red implacable, neutral en sí pero cargada con toda la intencionalidad que el ser humano pone en los medios de comunicación para servir a sus intereses, ahora le toca a la “Futura Esclavitud” un artículo de José Martí que enjuicia criterios del filósofo inglés Herbert Spencer, hace ya un tiempo dediqué dos amplios trabajo al análisis de esos artículos, ahora hago énfasis en el fragmento que le sirve a los nuevos “Descubridores” para enfrentar los problemas reales y evidente de la burocracia estatal socialista.

El controvertido séptimo párrafo, entresacado por muchos y contrapuesto con malicia al Estado Revolucionario Cubano, es un resumen de los temores de Spencer y  José Martí lo abrevia con mucho cuidado, aunque no se aleja de la esencia del original, su objetividad parece advertirnos de la posibilidad de que esta cosas puedan ocurrir (ocurren) y por ello algunos investigadores ven en este párrafo el criterio martiano, para que pueda opinar el lector  le transcribo íntegro el párrafo:

“Todo el poder que iría adquiriendo la casta de funcionarios, ligados por la necesidad de mantenerse en una ocupación privilegiada y pingüe, o irla perdiendo el pueblo, que no tiene las mismas razones de complicidad un esperanzas y provechos, para hacer frente a los funcionarios enlazados por intereses comunes. Como todas las necesidades públicas vendrían a ser satisfechas por el Estado, adquirirían los funcionarios entonces la influencia enorme que naturalmente viene a los que distribuyen algún derecho o beneficio. El hombre que quiere ahora que el Estado cuide de él para no tener que cuidar él de sí, tendría que trabajar entonces en la Rendida, por el tiempo y en la labor que pluguiese al Estado asignarle, puesto que a éste, sobre quien caerían todos los deberes, se darían naturalmente todas las facultades necesarias para recabar los medios de cumplir aquellos. De ser siervo de sí mismo, pasaría el hombre a ser siervo del Estado. De ser esclavo de los capitalistas, como se llama ahora, iría a ser esclavo de los funcionarios. Esclavo es todo aquel que trabaja para otro que tiene dominio sobre él; y en ese sistema socialista dominaría la comunidad al hombre, que a la comunidad entregaría todo su trabajo. Y como los funcionarios son seres humanos, y por tanto abusadores, soberbios y ambiciosos, y en esa organización tendrían gran poder, apoyados por todos los que aprovechasen o esperasen aprovechar de los abusos, y por a aquellas fuerzas viles que siempre compra entre los oprimidos el terror, prestigio o habilidad de los que mandan, este sistema de distribución oficial del trabajo común llegaría a sufrir en poco tiempo de los quebrantos, violencias, hurtos y tergiversaciones que el espíritu de individualidad, la autoridad y osadía del genio, y las astucias del vicio originan pronta y fatalmente en toda organización humana. “De mala humanidad-dice Spencer--no pueden hacerse buenas instituciones.” La miseria pública será, pues: con semejante socialismo, a que todo parece tender en Inglaterra, palpable y grande. El funcionarismo autocrático abusará de la plebe cansada y trabajadora. Lamentable será, y general, la servidumbre.”[i]

 El último párrafo de “La Futura Esclavitud” es un esperanzador llamado de José Martí a los poderosos que representa Spencer, una toma de posición que hace a José Martí más nuestro, por sus principios éticos, su apego a la justicia social y su innegable toma de posición al lado de los oprimidos:

“Y en todo este estudio apunta Herbert Spencer las consecuencias posibles de la acumulación de funciones en el Estado, que vendrían a dar en esa dolorosa y menguada esclavitud; pero no señala con igual energía, al echar en cara a los páuperos su abandono e ignominia, los modos naturales de equilibrar la riqueza pública dividida con tal inhumanidad en Inglaterra, que ha de mantener naturalmente en ira, desconsuelo y desesperación a seres humanos que se roen los puños de hambre en las mismas calles por donde pasean hoscos y erguidos otros seres humanos que con las rentas de un año de sus propiedades pueden cubrir a toda Inglaterra de guineas[1].

 “Nosotros diríamos a la política: ¡Yerra, pero consuela! Que el que consuela, nunca yerra.”[ii]




[1] Moneda inglesa de la época


[i] Obras Completas de José Martí. Tomo 15:288-292
[ii] Ídem

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