Hoy
es 8 de septiembre, esta fecha ningún cubano la ignora, es el Día de la Caridad
del Cobre, patrona de Cuba y protagonista de una de las más hermosas leyendas
místicas para explicar una de las tantas advocaciones de la Virgen María.
Cachita como la llaman sus íntimos, esos que
piden siempre estar bajo su manto protector, no podía nacer en otro lugar que
en la región oriental, cuna de la identidad nacional, arropada en aquel lejano
siglo XVII por una fantástica historia que ya incluía los tres elementos del
etnos nacional: Juan el Indio, Juan Criollo y Juan Esclavo, los tres juanes
símbolos de nuestra diversidad racial.
Será en el siglo XVIII cuando la riada
oportunista y criminal de miles de esclavos africanos sirviera para enriquecer
una oligarquía criolla que amasará
títulos y riquezas sobre la sangre y el sudor de aquellos infelices que
no pidieron venir a esta parte del mundo, pero que si resistieron el desarraigo
y la explotación desmedida con su espiritualidad hermosa y simbólica, sus
orichas y sus espíritus naturales reencarnados en aquella naturaleza que se
parecía tanto a la propia.
En ese panteón clandestino que tuvo que
buscarse equivalentes sincréticos para sobrevivir, la mente del desgraciado
esclavo, encontró en la Virgen de la Caridad, los atributos maternales y
protectores de la Ochún yoruba, dueña del río, salamera y protectora, maternal
y alegre, seductora y domeñadora del carácter
fuerte de Changó o del huidizo Ogún a quien sacó del monte, pero sus
atributos de amor y protección
prevalecieron en esa amalgama encontrada de atributos, para afianzarse como la
deidad de la vida y la resistencia, manteniendo la hermosura y la capacidad de
vencer a través del amor, eso en Cuba y en cada casa hay una Ochún reidora y
balsámica que cuida y protege a este pueblo que la ama y le rinde tributo. ¡Aché
mi Madre!
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