Así de esta forma coloquial y hermosa vi llamar a José Martí en un poema cuyo
título se pierde en esa madeja cambiante de pensamiento y haceres que es mi vida. Para él mis primeras palabras por lo
mucho que me aporta en el crecimiento personal, aún en momentos que parecía más
de piedra que de espiritualidades, rehecho de frases acomodadas a cada
circunstancia, leído en su contundente
prosa política, admirado por su poesía fundadora y temido por los agudos
criterios éticos que traspasan el tiempo para quedar como paradigmas para el
ser humano.
Por eso a él acudo con frecuencia para
comunicarme con el otro a través de este Blog que no tiene más pretensión que
ser una bitácora de vida y pensamiento de este ser social que soy yo mismo.
Desconfío de las religiones aunque me apoyo en
la espiritualidad del ser humano como necesidad para contrarrestar este
materialismo consumista al que nos induce el capitalismo salvaje y neoliberal
de nuestra época.
Este José nuestro al que todo llamamos
simplemente Martí, es un conjunto de idea para seguir en la búsqueda del
mejoramiento humano y de la mayor cantidad de justicia posible.
José de los cubanos, recurrido para recordar
quiénes somos (“Injértese en nuestras repúblicas el mundo, pero el tronco ha de
ser el de nuestras república”) y el peligro de perecer desvanecidos en una
aldea global, banal y pragmática, donde el “vivir hoy” no permite una mirada atrás y no parecerse al
“otro que nos venden” es no estar de moda,
en fin de cuenta como ese José de los Cubanos, “Yo soy un hombre
sincero/De donde crecen las palmas…”
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