Martí
es un gran apoyo moral a la sociedad cubana actual, en primer lugar por su modo
de entender la sociedad como una comunidad de intereses comunes que debemos
cuidar y defender con inteligencia y paciencia, pero siempre con la disposición
de defenderla con todo, incluyendo la violencia legítima del que defiende lo
suyo (lo nuestro).
Un hombre que creció intelectualmente cuando
el capitalismo mostraba cuánto de egoísmo había en poner las ambiciones humanas
en primer plano, sin tener en cuenta que como seres sociales formamos parte de
un todo llamado Humanidad.
Así hay que enseñarlo, ponérselo delante a los
jóvenes, no solo como el doctrinario al
que acudimos en momento de inflamada coyuntura ideológica, sino como el
compañero de viaje, como tantos otros, que hicieron de su vida y sus palabras
el modelo a partir del cual construirnos a nosotros mismos.
Los modelos de hombres son paradigmáticos y
los políticos le despojan de toda la humanidad “superflua” para dárnoslo como
dioses o “elegidos”, esos que admiramos pero que no son exactamente
nosotros…recordar: cada ser humano es único y se parecerá tanto a su sociedad
como esta sea capaz de incorporarlo, motivarlo y hacerlo crecer en un nosotros verdadero,
pero si perdura en los “personajillos” el precepto de, “Haz lo que yo digo y no
lo que yo hago”, sentaremos las bases de un hipócrita que esconderá su
espiritualidad y no le encontrará forma
de crecer y hacerlo realmente humano,
ojo, no hablo de recetas, hablo de crecer
entre humanos, en familia, en pareja, como socios, amigos, conciudadanos
y también como patriotas que tenga a toda la Humanidad como patria, ahí está Martí, ese es el
hombre.
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