Cuando en Cuba hablamos de
un hombre decidido y capaz de un liderato radical, pensamos enseguida en
Antonio Guiteras Holmes, Tony, el hombre crecido con las circunstancias de su
tiempo, madurando sobre la marcha y con
una concepción clara de cambios en una época de desorientación y oportunismo,
como la que predominó en los días posteriores a la caída de Gerardo Machado en
agosto de 1933.
Él es el símbolo de las aspiraciones más noble
de los que estaban involucrados en la
insurrección antimachadista y no querían que esta fuera solo la salida del poder de este sanguinario
personaje, sino el momento de cambios que tanto necesitaba el pueblo cubano.
Un día como hoy 12 de septiembre de 1933,
Antonio Guiteras asume la Secretaría de Gobernación del Gobierno Provisional de
Ramón Grau San Martín, el conocido “Gobierno de los Cien Días” que tuvo en
Guiteras su elemento más radical con importantes medidas revolucionarias que
dicen mucho de su posición.
Tal vez la más espectacular de estas medidas
fue la nacionalización de la Compañía Cubana de Electricidad, de capital
estadounidense y que cobraba altísima tarifas a los cubanos. Fue la primera
medida de nacionalización contra una “propiedad” de capital yanqui en Cuba,
sacrilegio que tuvo que pagar aquel efímero gobierno, crecido en medio del
vendaval de las contradicciones, que no fue reconocido por el Gobierno de los
Estados Unidos y que tuvo en el embajador de ese país en Cuba al jefe de los
conspiradores para sacar del poder al gobierno provisional del demagógico Ramón
Grau San Martín, que tenía en Guiteras su ala
izquierda y en el Coronel Fulgencio Batista, su ala derecha, contrapeso que lo
llevó al fracaso y con ello lo anhelos de aquella Revolución de 30, que a decir
de Raúl Roa, “se fue a bolina” como un papalote destrozado por el vendaval de
sus circunstancias y una reacción derechista que no vaciló en eliminar a
cientos de miles de opositores, entre ellos al propio Guiteras.
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