Fui a las
Obras Completas del Apóstol en busca de las reflexiones de un hombre aún joven
que en 1885 describe deslumbrado y sabio las regatas tradicionales entre un
yate inglés y uno norteamericano, matizada por el patriotismo que una victoria
patria enciende en los hombres y mujeres de cualquier latitud, es por ello que
sus atinadas palabras mantienen actualidad para caracterizar a quienes el
consumismo convierte en personas, “tan desechables” como los productos que los
esclavizan, los “Sietemesinos”, como los llamó en ese ensayo imprescindible que
es “Nuestra América”:
“…ya
porque un vapor lleno de bostonianos ha venido río arriba, con ocasión de las
regatas, a mofarse de los petimetres neoyorquinos que no hallan cosa de su
tierra que sea buena: y compran en Inglaterra yates que Nueva York vence, y
andan por las calles a paso elástico y rítmico, como si anduviesen sobre
pastillas, y hablan comiéndose las erres y la virilidad con ellas, acariciando
con el mostachillo rubio el cuerno de plata del bastón que no se sacan de los
labios: son unos señorines inútiles y enjutos, a quienes no se ve por las
calles desde que venció el Puritan.
“Las
regatas, como tantas otras cosas, no son de valer por lo que son en sí, sino
por lo que simbolizan. De los Estados Unidos se van las herederas a Inglaterra,
a casarse con los lores; ningún galán neoyorquino se cree bautizado en
elegancia si no bebe agua de Londres; a la Londres se pinta y escribe, se viste y pasea, se
come y se bebe, mientras Emerson, piensa, Lincoln muere, y los capitanes de
azul de guerra y ojos claros miran al mar y triunfan. La grandeza tienen en
casa, y como buenos imbéciles, porque es de casa la desdeñan. Hasta la hormiga,
la mísera hormiga, es más noble que la cotorra y el mono.
“Pues
si hay miserias y pequeñeces en la tierra propia, desertarlas es simplemente
una infamia, y la verdadera superioridad no consiste en huir de ellas, ¡sino en
ponerse a vencerlas! La regata ha dado esto bueno de sí, como da siempre algo
bueno, aunque parezca puerilidad al que ahonda poco, todo acto o suceso que
concentra la idea de la patria; ¡hay un vino en los aires de la patria, que
embriaga y enloquece! Se le bebe, se le bebe a sorbos en estas grandes
ocasiones y ¡parece que se deslíen por la sangre, con prisa de batalla, los
colores de una gran bandera!”[1]