Autor Raúl Martínez
Cuando
nací, sin sol, mi madre dijo:
“Flor de
mi seno, Homagno generoso,
De mí y
de la Creación
suma y reflejo,
Pez que
en ave y corcel y hombre se torna,
Mira
estas dos, que con dolor te brindo,
Insignias
de la vida: ve y escoge.
Este, es
un yugo: quien lo acepta, goza.
Hace de
manso buey, y como presta
Servicio
a los señores, duerme en paja
Caliente,
y tiene rica y ancha avena.
Esta, oh
misterio que de mí naciste
Cual la
cumbre nació de la montaña,
Esta, que
alumbra y mata, es una estrella.
Como que
riega luz, los pecadores
Huyen de
quien la lleva, y en la vida,
Cual un
monstruo de crímenes cargado,
Todo el
que lleva luz se queda solo.
Pero el
hombre que al buey sin pena imita,
Buey torna a ser, y en apagado bruto
La escala
universal de nuevo empieza.
El que la
estrella sin temor se ciñe,
Como que
crea, ¡crece!
¡Cuando
al mundo
De su
copa el licor vació ya el vivo;
Cuando,
para manjar de la sangrienta
Fiesta
humana, sacó contento y grave
Su propio
corazón; cuando a los vientos
De Norte
y Sur vertió su voz sagrada,
La
estrella como un manto, en luz lo envuelve,
Se
enciende, como a fiesta, el aire claro,
Y el vivo
que a vivir no tuvo miedo,
Se oye
que un paso mas sube en la sombra.”
- Dame el
yugo, oh mi madre, de manera
Que
puesto en él de pie, luzca en mi frente
Mejor la
estrella que ilumina y mata.
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