miércoles, 25 de abril de 2018

APUNTES MARTIANOS EN SU DIARIO DE CAMPAÑA





El 19 de abril pero de 1895 José Martí desandaba el difícil camino de la dignidad, con un puñado de valientes por agrestes parajes del “Alto Oriente Cubano” (Guantánamo), sus notas de ese día nos dan constancia del apoyo que encontró entre aquella humilde gente que sabía su misión:
“19.- Las 2 de la madrugada. Viene Ramón Rodríguez, el práctico, con Ángel; traen hachos, y café.- Salimos a las 5, por loma áspera. A los Calderos, en alto. El rancho es nuevo, y de dentro se oye la voz de la mambisa: “Pasen sin pena, aquí no tienen que tener pena”(...) a las 2½ después del chubasco, por lomas y el río Guayabo, al mangal, a 1 legua de Imía (...) Juan Rodríguez nos lleva, en marcha ruda de noche, costeando vecinos, a cerca del alto de la Yaya.”[1]
El 20 de abril de 1895 aún sigue la marcha a pie de los expedicionarios que nueve días antes desembarcaron por Playitas de Cajobabo, están extenuados, pero José Martí en las anotaciones de su diario no nos habla del hambre y del sobresalto de la vida en campaña, nos habla de esta Cuba que no conoce, con su montes “tetudos” y tupidos.
 Estos parajes en particular son espacios muy conocido por mí, son las intrincadas tierras de Palenque y Yateras, tierras de café y frutos abundantes, lugares conquistados por el franco-haitiano emigrante que creó jardines en estos lomeríos donde trató de recobrar el paraíso que había construido en Saint Dominique (Haití), en estos lomeríos se fomentó la riqueza de la zona de Guantánamo, que tuvo por centro la ciudad del mismo nombre que por entonces y aún en tiempos de Martí era la villa de Santa Catalina. Por estos parajes nuestros enrumba su camino el Maestro junto a su pequeña comitiva, pronto se topará con las partidas mambisas de esta zona:
 “20.- La marcha con velas a las 3 de la mañana. De allí Teodoro Delgado, al Palenque: monte pedregoso palos amargos y naranja agría: alrededor casi es grandioso el paisaje; Vamos cercados de montes, serrados, tetudos, picudos; monte plegado en todo el derredor, el mar al Sur. A lo alto paramos bajo unas palmas”[2]
En estos días que citamos sigue presente la curiosidad de sabio de José Martí apuntando un acervo de costumbres y tradiciones cotidianas del campesino cubano, acostumbrado a vivir con la naturaleza y seguirla en su sabiduría para curarse, comer, defenderse y ser personas mejores. El 21 recibe la triste noticia de la muerte del general Flor Crombet, un aguerrido mulato descendiente de franco-haitianos, veterano de la Guerra Grande, amigo de Antonio Maceo. Ambos habían llegado a Cuba por Baracoa unos días antes que Martí, cayó mortalmente herido el 9 de abril, la partida de Luis González traen la noticia y la duda esperanzadora muestra el afecto por el gran amigo.
“21.-A las 6 salimos con Antonio, camino de San Antonio. En el camino nos detenemos a ver derribar una palma, a machetazos al pie, para coger una colmena, que traen seca, y las celdas llenas de hijos blancos. Gómez hace traer miel, exprime en ella los pichones, y es leche muy rica. A poco, sale por la vereda el anciano negro y hermoso, Luis González, con sus hermanos, y su hijo Magdaleno, y el sobrino Eufemio. Ya él había enviado aviso a Perico Pérez, y con él, cerca de San Antonio, esperaremos la fuerza. Luis me levanta del abrazo. ¡Pero qué triste noticia! , ¿Será verdad que ha muerto Flor, el gallardo Flor?-¿qué Maceo fue herido en traición de los indios de Garrido; que José Maceo rebanó a Garrido de un machetazo? Almorzábamos buniato y puerco asado cuando llegó Luis-ponen por tierra, en un mantel blanco, el casabe de su casa (...)”[3]
 Marcados aún por la mala noticia d y desconociendo la suerte de los expedicionarios cubanos que acompañaban a Flor Crombet, la acotación del día 22 nos deja una estampa cotidiana de un día en el campamento mambí, los sentimientos encontrados y la inquietud lo llenan de incertidumbre, tras sus huellas marcha una fuerza española y aún no saben la magnitud del peligro:
“22.--Día de espera impaciente.-Baño en el río, de cascadas y hoyas y grandes piedras, y golpes de cañas a la orilla. Me lavan mi ropa azul, mi chamarreta. A mediodía vienen los hermanos de Luis, orgullosos de la comida casera que nos traen: huevos fritos, puerco frito y una gran torta de pan de maíz. Comemos bajo el chubasco; y luego de un macheteo, izan una tienda, techada con las capas de goma. Toda la tarde es de noticias inquietas (...)”[4]







[1] Diario de Campaña de José Martí
[2] Ídem
[3] Ídem
[4] Ídem

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