lunes, 30 de abril de 2018

APUNTES MARTIANOS EN SU DIARIO DE CAMPAÑA (3)




 Autor  Carlos Enriquez

Por esos montes guantanameros desde la Guerra Grande, no solo había patriotas sino grupos de guerrillero[1], gente de la zona y conocedores del terreno, que vieron siempre en los independentistas, enemigos de su tranquilidad. En la zona de Guantánamo, estos grupos fueron famosos por sus desmanes y su capacidad de rastrear al adversario y estaban formados por descendientes de los primeros habitantes de estas tierras, de ahí el nombre que le da Martí, los “Indios de Garrido” según lo escuchó de los campesinos.
“24.-Por el cañadón, por el monte de Acosta, por el roncaral de piedra roída, con sus pozos de agua limpia en que bebe el sinsonte y su cama de hojas secas, halamos, de sol a sol, el camino fatigoso. Se siente el peligro. Desde el Palenque nos van siguiendo de cerca las huellas. Por aquí pueden caer los indios de Garrido. Nos asimos en el portal de Valentín, mayoral del ingenio Santa Cecilia-Al Juan fuerte, de buena dentadura, que sale a darnos la mano tibia; cuando su tío Luis lo llama al cercado (...)[2]
Este día 25 de abril, José Maceo enfrenta en Arroyo Hondo a las fuerzas españolas que vienen siguiéndole el rastro a José Martí y Máximo Gómez, es el combate que describe Martí, desde un poco más al norte, lo suficientemente cerca como para oír silbar las balas, luego del combate José Maceo se encuentra con ellos y le obsequia a Martí su primer caballo en la guerra. Dura referencia a Guantánamo en consideración a que en la Guerra Grande fue una región integrista, negada a levantar armas contra España, en primer lugar por el gran número de hacendados franco-haitianos que no veían con simpatía aquella guerra y por otro lado el temor a una sublevación de esclavos, justo en la región oriental con mayor densidad de ellos, Máximo Gómez invadió aquella próspera comarca guantanamera en 1871 y a sangre y fuego la incorporó a la guerra, Cuba la necesitaba:
“25.-Jornada de guerra.-A monte puro vamos acercándonos, ya en las garras de Guantánamo, hostil en la primera guerra, hasta Arroyo Hondo. Perdíamos el rumbo. Las espinas, nos tajaban. Los bejucos nos ahorcaban y azotaban. Pasamos por un bosque de jigüeras, verdes, puyadas al tronco desnudo, o a tramo ralo.-La gente va vaciando jigüeras, y emparejándoles la boca. A las once, redondo tiroteo. Tiro graneado, que retumba; contra tiros velados y secos. Como a nuestros mismos pies es el combate; entran, pesadas, tres balas que dan en los troncos. “¡Qué bonito es un tiroteo de lejos!“, dice el muchachón agraciado de San Antonio, un niño. “Más bonito es de cerca”, dice el viejo[3]. Siguiendo nuestro camino subimos a la margen del arroyo. El tiroteo se espesa (...) Almorzamos huevos crudos, un sorbo de miel, y chocolate de “La Imperial” de Santiago de Cuba (...) Maceo[4] vino a buscarnos, y espera en los alrededores; (...)”





1.En la concepción moderna estos son grupos paramiliatres al servicio de España, así lo llamaban los mambises, guerrilleros
2. Diario de Campaña de José Martí. Anotación del día 24 de abril de 1895
[3] Máximo Gómez
[4] José Maceo

miércoles, 25 de abril de 2018

APUNTES MARTIANOS EN SU DIARIO DE CAMPAÑA





El 19 de abril pero de 1895 José Martí desandaba el difícil camino de la dignidad, con un puñado de valientes por agrestes parajes del “Alto Oriente Cubano” (Guantánamo), sus notas de ese día nos dan constancia del apoyo que encontró entre aquella humilde gente que sabía su misión:
“19.- Las 2 de la madrugada. Viene Ramón Rodríguez, el práctico, con Ángel; traen hachos, y café.- Salimos a las 5, por loma áspera. A los Calderos, en alto. El rancho es nuevo, y de dentro se oye la voz de la mambisa: “Pasen sin pena, aquí no tienen que tener pena”(...) a las 2½ después del chubasco, por lomas y el río Guayabo, al mangal, a 1 legua de Imía (...) Juan Rodríguez nos lleva, en marcha ruda de noche, costeando vecinos, a cerca del alto de la Yaya.”[1]
El 20 de abril de 1895 aún sigue la marcha a pie de los expedicionarios que nueve días antes desembarcaron por Playitas de Cajobabo, están extenuados, pero José Martí en las anotaciones de su diario no nos habla del hambre y del sobresalto de la vida en campaña, nos habla de esta Cuba que no conoce, con su montes “tetudos” y tupidos.
 Estos parajes en particular son espacios muy conocido por mí, son las intrincadas tierras de Palenque y Yateras, tierras de café y frutos abundantes, lugares conquistados por el franco-haitiano emigrante que creó jardines en estos lomeríos donde trató de recobrar el paraíso que había construido en Saint Dominique (Haití), en estos lomeríos se fomentó la riqueza de la zona de Guantánamo, que tuvo por centro la ciudad del mismo nombre que por entonces y aún en tiempos de Martí era la villa de Santa Catalina. Por estos parajes nuestros enrumba su camino el Maestro junto a su pequeña comitiva, pronto se topará con las partidas mambisas de esta zona:
 “20.- La marcha con velas a las 3 de la mañana. De allí Teodoro Delgado, al Palenque: monte pedregoso palos amargos y naranja agría: alrededor casi es grandioso el paisaje; Vamos cercados de montes, serrados, tetudos, picudos; monte plegado en todo el derredor, el mar al Sur. A lo alto paramos bajo unas palmas”[2]
En estos días que citamos sigue presente la curiosidad de sabio de José Martí apuntando un acervo de costumbres y tradiciones cotidianas del campesino cubano, acostumbrado a vivir con la naturaleza y seguirla en su sabiduría para curarse, comer, defenderse y ser personas mejores. El 21 recibe la triste noticia de la muerte del general Flor Crombet, un aguerrido mulato descendiente de franco-haitianos, veterano de la Guerra Grande, amigo de Antonio Maceo. Ambos habían llegado a Cuba por Baracoa unos días antes que Martí, cayó mortalmente herido el 9 de abril, la partida de Luis González traen la noticia y la duda esperanzadora muestra el afecto por el gran amigo.
“21.-A las 6 salimos con Antonio, camino de San Antonio. En el camino nos detenemos a ver derribar una palma, a machetazos al pie, para coger una colmena, que traen seca, y las celdas llenas de hijos blancos. Gómez hace traer miel, exprime en ella los pichones, y es leche muy rica. A poco, sale por la vereda el anciano negro y hermoso, Luis González, con sus hermanos, y su hijo Magdaleno, y el sobrino Eufemio. Ya él había enviado aviso a Perico Pérez, y con él, cerca de San Antonio, esperaremos la fuerza. Luis me levanta del abrazo. ¡Pero qué triste noticia! , ¿Será verdad que ha muerto Flor, el gallardo Flor?-¿qué Maceo fue herido en traición de los indios de Garrido; que José Maceo rebanó a Garrido de un machetazo? Almorzábamos buniato y puerco asado cuando llegó Luis-ponen por tierra, en un mantel blanco, el casabe de su casa (...)”[3]
 Marcados aún por la mala noticia d y desconociendo la suerte de los expedicionarios cubanos que acompañaban a Flor Crombet, la acotación del día 22 nos deja una estampa cotidiana de un día en el campamento mambí, los sentimientos encontrados y la inquietud lo llenan de incertidumbre, tras sus huellas marcha una fuerza española y aún no saben la magnitud del peligro:
“22.--Día de espera impaciente.-Baño en el río, de cascadas y hoyas y grandes piedras, y golpes de cañas a la orilla. Me lavan mi ropa azul, mi chamarreta. A mediodía vienen los hermanos de Luis, orgullosos de la comida casera que nos traen: huevos fritos, puerco frito y una gran torta de pan de maíz. Comemos bajo el chubasco; y luego de un macheteo, izan una tienda, techada con las capas de goma. Toda la tarde es de noticias inquietas (...)”[4]







[1] Diario de Campaña de José Martí
[2] Ídem
[3] Ídem
[4] Ídem

APUNTES MARTIANOS EN SU DIARIO DE CAMPAÑA





Dibujo de Orestes Suárez, 1985

Mucho por andar por aquellos parajes que tanto conozco de mi querida Guantánamo, con su gran mochila al hombro, cargada de libros, botiquín y cuanto le hacía falta para comunicarse con los suyos, papel, pluma y tinta, que le permiten hacer visible aquellos días de glorias, los últimos de su vida, saldando su deuda de gratitud con ese pueblo montuno que le sale a las veredas o en el medio de los montes y siempre, la naturaleza, poblada de aquellos “arroyos de la sierra” de los que hablara en sus versos y un suspenso de maravilla en maravilla y ese modo suyo de llamar “buniato”[1], como lo hacen aún algunos campesinos de esa zona:
“16[2].- Cada cual con su ofrenda-buniato, salchichón, licor de rosa, caldo de plátano,- Al mediodía, marcha loma arriba, río al muslo. Bello y ligero bosque de pomarrosas; naranjas y caimitos. Por abras tupidas y mangales sin frutas llegamos a un rincón de palmas, al fondo de dos montes bellísimos.- Allí es el campamento (...)”[3]
Lo cotidiano como máxima expresión del ser, Martí está encantado por esta vegetación tan distinta de la que ha conocido hasta ahora, son lugares agrestes, pero habitados por gente noble que sabe del amor al prójimo y a la patria por conquistar, en sus apuntes vuelve la poesía al mirar el azul turquí de los cielos orientales, por estas fechas despejados de nubes y fuertes vientos:
“17.- La mañana en el campamento (...) Al fondo de la casa, la vertiente con su sitierío cargado de cocos y plátanos, el algodón y tabaco silvestre (...) y el infinito azul arriba (...) -Libertad en lo azul –me entristece la impaciencia- Saldremos mañana (...)”
El día 18 de abril de 1895 vuelve la mirada a esa gente sencilla que admira su interesa, hace un breve recuento de la vida del campamento y repasa aquella topografía difícil que no arranca de él una sola queja, está en Cuba, es lo importante:
“18.- A las 9½ salimos. Despedida en la fila.- G.[4] lee las promociones Pto. [5]Rico dice: “Yo muero donde muera el G.[6] Martí”.- Buen adiós a todos (...)-Por altas lomas pasamos seis veces el río Jobo (...) Por la cresta subimos (...) y otro flotaba el aire el aire leve, veteado (...) En el camino a los Calderos, -de Ángel Castro- decidimos dormir, en la pendiente (…)”





[1] En otros países esta vianda se conoce como batata y para el cubano de hoy es boniato
[2] 16 de abril de 1895
[3] Diario de Campaña de José Martí
[4] Máximo Gómez
[5] Puerto Rico
[6] General