Martí por Roberto Fabelo
Una
de las razones de la vigencia del pensamiento de José Martí está dada por la
contemporaneidad de sus ideas, que nos permite acudir a él, no como fuente
literaria únicamente, sino como hombre de estos tiempos que está a nuestro lado
para enfrentar los retos de la humanidad de hoy.
En su obra vamos de asombro en asombro, unas
veces sintiéndonos aludidos, otras encontrando respuestas y las más de las
veces comprometiéndonos. El escritor que hay en Martí no solo es revolucionario
porque innova en cuanto a las formas, sino porque expresa una nueva visión de
la realidad.
En sus escritos siempre hay una estrecha
relación entre lo ético y lo estético, para él no hay separación entre la
belleza del contenido y la profundidad de lo que se dice y el compromiso con lo
que defiende. El poeta, el periodista, el intelectual es el mismo líder de los
cambios que propugna para su país, su gente, la humanidad. “Patria es humanidad”, expresó alguna vez y no dejó por
regionalismos estrecho de pensar en su América, Nuestra América.
Su concepción de lo revolucionario está dada
por la capacidad del hombre de ser vanguardia, marchar junto a lo nuevo, servir
a las mayorías, ser heraldo del futuro y auténticamente nacional al mismo
tiempo que solidario con todos los seres humanos.
Su obra intelectual va dirigida a resaltar los
valores autóctonos de Latinoamérica, frente a corrientes que en su época y en
esta se empeñan en imitar culturas ajenas, tan solo por considerarlas
superiores a la propia.
En su viseral ensayo “Nuestra América” se
ocupa de dejar claros sus hitos culturales para un mundo nuestro, nuevo y
posibles:
“La historia de
América, de los incas acá, ha de enseñarse al dedillo, aunque no se enseñe la
de los arcontes de Grecia. Nuestra Grecia es preferible a la Grecia que no es nuestra.
Nos es más necesaria...
“Injértese en nuestras
repúblicas el mundo, pero el tronco ha de ser el de nuestras repúblicas...
“Los jóvenes de
América se ponen la camisa al codo y la levantan con la levadura de su sudor.
Entienden que se imita demasiado, y que la salvación está en crear. Crear es la
palabra de pase de esta generación. El vino de plátano; y si sale agrio, ¡es
nuestro vino!
“...el lujo venenoso,
enemigo de la libertad, pudre al hombre liviano y abre la puerta al
extranjero...”
Ese es nuestro Apóstol el advertidor, el
maestro, soñador y luchador por un mundo mejor que fuera en realidad
enaltecedor del ser humano por su espiritualidad, su cultura y su capacidad de
amar al otro, nociones que vale la pena defender en un mundo que tiende a
exaltar a los triunfadores y egoístas, no importa en qué, ni por qué, aunque su
huella sobre la tierra sea solo un escándalo frívolo o la triste historia de
una vida de estrella.
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