miércoles, 24 de abril de 2019

APUNTES MARTIANOS EN SU DIARIO DE CAMPAÑA




Es una costumbre personal por estos días de abril releer el “Diario de Campaña” de José Martí, ese que escribió en sus últimos días de vida y que a mí se me antoja “su novela con Cuba”.
 Por esos montes guantanameros desde la Guerra Grande, no solo había patriotas sino grupos de guerrillero[1], gente de la zona y conocedores del terreno, que vieron siempre en los independentistas, enemigos de su tranquilidad. En la zona de Guantánamo, estos grupos fueron famosos por sus desmanes y su capacidad de rastrear al adversario y estaban formados por descendientes de los primeros habitantes de estas tierras, de ahí el nombre que le da Martí, los “Indios de Garrido” según lo escuchó de los campesinos, pero que la historia local recoge como los famosos y temidos “indios de Yateras”, este es su testimonio un 24 de abril de 1895:
“24.-Por el cañadón, por el monte de Acosta, por el roncaral de piedra roída, con sus pozos de agua limpia en que bebe el sinsonte y su cama de hojas secas, halamos, de sol a sol, el camino fatigoso. Se siente el peligro. Desde el Palenque nos van siguiendo de cerca las huellas. Por aquí pueden caer los indios de Garrido. Nos asimos en el portal de Valentín, mayoral del ingenio Santa Cecilia-Al Juan fuerte, de buena dentadura, que sale a darnos la mano tibia; cuando su tío Luis lo llama al cercado (...)[2]
 Al siguiente día 25 de abril, José Maceo enfrenta en Arroyo Hondo a las fuerzas españolas que vienen siguiéndole el rastro a José Martí y Máximo Gómez, es el combate que describe Martí, desde un poco más al norte, lo suficientemente cerca como para oír silbar las balas, luego del combate José Maceo se encuentra con ellos y le obsequia a Martí su primer caballo en la guerra. Dura referencia a Guantánamo en consideración a que en la Guerra Grande fue una región integrista, negada a levantar armas contra España, en primer lugar por el gran número de hacendados franco-haitianos que no veían con simpatía aquella guerra y por otro lado el temor a una sublevación de esclavos, justo en la región oriental con mayor densidad de ellos, Máximo Gómez invadió aquella próspera comarca guantanamera en 1871 y a sangre y fuego la incorporó a la guerra, Cuba la necesitaba:
“25.-Jornada de guerra.-A monte puro vamos acercándonos, ya en las garras de Guantánamo, hostil en la primera guerra, hasta Arroyo Hondo. Perdíamos el rumbo. Las espinas, nos tajaban. Los bejucos nos ahorcaban y azotaban. Pasamos por un bosque de jigüeras, verdes, puyadas al tronco desnudo, o a tramo ralo.-La gente va vaciando jigüeras, y emparejándoles la boca. A las once, redondo tiroteo. Tiro graneado, que retumba; contra tiros velados y secos. Como a nuestros mismos pies es el combate; entran, pesadas, tres balas que dan en los troncos. “¡Qué bonito es un tiroteo de lejos!“, dice el muchachón agraciado de San Antonio, un niño. “Más bonito es de cerca”, dice el viejo[3]. Siguiendo nuestro camino subimos a la margen del arroyo. El tiroteo se espesa (...) Almorzamos huevos crudos, un sorbo de miel, y chocolate de “La Imperial” de Santiago de Cuba (...) Maceo[4] vino a buscarnos, y espera en los alrededores; (...)”
 Así de hermoso, objetivo y noble es el lenguaje casi coloquial del hombre que va de asombro en asombro en esas tierra bravías del “alto oriente” cubano.




[1]En la concepción moderna estos son grupos paramiliatres al servicio de España, así lo llamaban los mambises, guerrilleros
[2] Diario de Campaña de José Martí. Anotación del día 24 de abril de 1895
[3] Máximo Gómez
[4] José Maceo

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